El centro del lago de la luna

Una pequeña Republica del desconcierto y la desazón.

viernes, diciembre 15, 2006

Historias cotidianas de objetos extraños.... (y IV)





texto que se mostrará cuando mantengas el mouse encima de la imagen







El mundo crepita en cuanto le mostramos la espalda
y se burla de nosotros y de nuestros ojos ciegos

Hipostanes



Me cuentan que estos niños y no otros, estudian por las noches las lecciones que durante el día tratan de transmitir a los Hombres Altos para comprobar si, tornándolos en Hombres Sabios, se deciden a cambiar cosas tan pequeñas como el mundo. Quizás debería convencerles de que desistieran, de que los hombres detestan la sabiduría y la lucidez y que se vuelven contra quien se la proporciona como bestias acorraladas. Estos niños de cartón aún desean abrir los ojos y yo no me perdonaría cerrárselos para siempre.

La locura se apiada de los objetos de mi torre en cuanto la oscuridad les ampara. Están tristes, están un poco solos, pero quién no lo está, quién puede no estarlo del todo. También escucho sus risas, también suspiros de aburrimiento, también indecorosos gemidos. Nada es dramático. Tiempo habrá para hablaros del ciervo de bronce que pace en la estera, del autobús de barro que añora la feraz vorágine. Pero ahora es tiempo de callar un poco, apurando una cerveza fresca y dejando a nuestra memoria que se aplaque y nos perdone. Salud a todos pues. Que los falsos Dioses nos sean propicios y los ciertos, indiferentes.

miércoles, diciembre 13, 2006

Historias cotidianas de objetos extraños.... (III)


Ellos maldicen la imposibilidad de moverse...




Me cuentan que sus nombres se perdieron el tiempo, que tan mala memoria gasta, pero hubo una época en la que las bocas de media humanidad los recitaban con devoción tras verles bailar en aquel diminuto café de Buenos Aires, hasta que llego un dictador de mierda, y escandalizado por la rotundidad de sus formas (y la negativa de la gorda a satisfacer sus lujurias), decretó el cierre del establecimiento y la clausura del escándalo. Al principio se dedicaron a cagarse en la concha de la señora madre de semejante cabrón, en bajito eso sí, pero al tiempo se les acabó el odio y solo les quedó la desesperación, pues el tango y al otro era lo único que se preciaban de poseer. En medio de un mundo tan real, sólo lo fantástico podía salvarles. Por desgracia, el hechicero que les atendió les convirtió en estatuas, conservando sus redondeces y olvidando los tangos (en todas las profeiones abundan los desalmados). Al parecer por las noches el inclina la cabeza sobre las orejas de su amante y le susurra ecos de Gardel, mitad rasgados mitad dormidos, y ella los responde con sollozos y gemidos, mitad angustia, mitad pasión.

Por las mañanas obro hechizos para que ningún dictador encuentre la paz y se recorran los nueve infiernos de Dante por los siglos de los siglos, pero nadie dice amén, ni siquiera (sobre todo) las noticias.

lunes, diciembre 11, 2006

Historias cotidianas de objetos extraños.... (II)


Y no se llama Claudio ni tampoco Claudia aunque pudiera ser que le gustara más



Me cuentan que el gallo sueña con que un día despierten en su vientre una docena de huevos, porque de ser así, ya no será un problema ni que le salgan plumas ni que le asomen cloqueos. El ya encontrará la manera y el empeño para que a no mucho tardar le pien en el oido una docena de pollos de cerámica que desde entonces dejará de ser fria. No canta por las mañanas, nunca le gustaron las peleas y los gallineros le causan indiferencia. Quiere ser mamá en vez de frutero, pero ni él encontró la manera de decírmelo ni yo la manera de resolverlo.
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