Delirando delirios
Qué sólo se vive en la cima, qué frío hace en esta montaña. Escribir es la única manera que tengo de no estallar, que sean mis dedos los que sufran, que a través de mis venas se diluya un tanto el rencor, que quede algo de espacio libre en para salvaguardar las sonrisas. Al fin y al cabo vivir es un juego y al fin y al cabo a mi me importa poco quien gane y que medios use. Yo mismo me condené a la derrota hace tanto tiempo que no lo recuerdo cuando mis ojos eran rasgados, cuando por las tardes regresaba de la mina tan sucio y cansado que no me daba tiempo ni a querer a la paisana, cuando el tiempo y el espacio se perdían entre el cielo y la tierra de los campos de avena sin final. Nunca supe ganar, ni tampoco ahora se como hacerlo, pero echo de menos las pequeñas victorias de las legiones de hambrientos y demás ralea. Reír sin más, dominar el cielo y cada una de sus estrellas. Dormir con los ojos cerrados y con el alma mecida. Odiar un poquito a los que más tienen y olvidarlo al instante si la música es buena y el aguardiente horrible.