El centro del lago de la luna

Una pequeña Republica del desconcierto y la desazón.

miércoles, marzo 29, 2006

Huecos

Me ha pasado en una calle. En una de esas sencillas, sin nada en especial con sus ansias de gobierno en señales insignificantes, con sus playas debajo de los adoquines prestas para la revolución, con sus vidas leves y alguna que otra muerte por infarto. Nada grave. Sin palacetes, ni ayuntamientos, ni estadios de futbol ni museo de la ciudad. Sin verdades ni mentiras, sin grandes palabras o serias conversaciones. Una calle sin alcurnia de conversaciones corridas, papeleras sin papeles, pensamientos que no suenan... una calle. Justo esa que me vió transformarme en hombre hueco.

Empezó como un retortijón que me hizo buscar un bar, uno un poco puesto, de baños adecentados y asépticos, con olor a ambientador de 4 euros, a imagen y semejanza de una calle sin Dios. Pero no, no era una simple colitis, no era una úlcera, tampoco una hernia de hiato... era un hueco. Y no me debería haber sorprendido, que ya sabía yo que las grandes pasiones no se llevan bien con el estómago, pero estas cosas aunque las veas todos los días en el telediario siempre piensas que a tí no te van a pasar. Así que cuando me eche las manos a la barriga en inequívoco gesto de dolor de panza me encontré, bueno, el problema es que no me encontré con nada. Las manos atravesaron mi cuerpo y acariciaron mi espalda y un par de rayos de sol asesinaron mi sombrea que ya no era sólo negra. Y antes de que diera por pensar en la muerte y otras trascendencias, sentí en la espalda un fuerte tirón y caí sobre la acera, grís y sucia como fue concebida, sin importarme las manchas ni el proceso de lavado. Ya no tenía pecho y aunque quede feo decirlo, tampoco genitales. Ni espalda más tarde. Ni piernas. Bueno, ni nada. Y ni siquiera es que me hubiera convertido en invisible, que sus ventajas tiene, es que lo que yo era se volcó, desintegró el contorno, como explicarlo. Un hueco, hice un hueco, no, mejor dicho, que soy un hueco, y como explicarlo

Ah ya se como hacerlo. Sobre lo que yo era se hizo un agujero en la calle, en esa sencilla. Un agujero con forma de círculo y una ancianita, adorable como no podía ser de otra forma, que con la vista en el suelo caminaba detrás de mí, cayó a mis entrañas y sono plof. Quise amortiguar su golpe lo juro, pero no logré evitar que se rompiera dos costillas. La vieja, que ya no anciana, se puso a gritar en hebreo, mentó a mi madre, a mi padre y a familiares que yo no conozco. esta juventud, esta juventud respetía tenazmente. Resulta que no era tan adorable, que me pegó sin compasión y que como consecuencia de sus gritos acudieron tres patrullas de bomberos, dos de la guardía civil, una ambulancia del samur y un quioquero que se aburría por allí.

A la vieja la sacarón. A mi me pusieron una cinta de adorno preciosa que ponía peligro prohibido el paso y como resulta que la gente comenzo a arremolinarse en torno a mí y los hijos de puta, vueltos de espalda me tiraban monedas pidiendo deseos (que por supuesto no concedí) el ayuntamiento ordenó acabar de inmediato con esos conatos subersivos (temerosos quizás de que alguien se asomase y encontrase la playa). Así pues dos operarios con aspecto de sepultureros me pusieron un sombrero hace dos días, que es como yo le llamo a la infecta tapa de alcantarilla con la que me lapidaron, de esas que te quitan el sol y, por que no decirlo, la riqueza. Cuando hablo suena eco, y tengo mucha hambre y porque no decirlo me siento sólo, que es lo mismo, o poco menos, que sentirse vacío.

domingo, marzo 26, 2006

La musa salina

Garbancito
el Principito, Paula

Paca mujer no hay derecho.

Y Salinas y Guerra, Pedros los dos
El cine de verano y el viento que atardece
Y las sectas satánicas de Avenida de América
Cadaqués de carabineros y el Aceval de ajetes
Y Cuenca aunque yo solo haya ido con mis padres

Y Negu, Curro y hasta Fede que en paz descanse

Hola estás sola. La taquillera del Zona Norte
El terrible accidente de moto de mi amigo
La calle de atrás de Hispánicas

El Mikado. La flauta dulce
El día que casi corremos
Un cajero cornucopio
Muuy bonito
Mi vida sin ti
Y Cano Alonso
y Sirio en el Cielo
y en la tierra Canalillos que unen en medio


...
mil cosas
y un árbol.


Se que es incomprensible y lo siento. Lo siguiente puede aclarar un poco, pero no demasiado más. Va a quien va y va por mucho tiempo. Me disculpo si hoy me pongo la capucha aún más honda que en otras ocasiones, si la burbuja esconde más de lo que debería, pero es Ella y soy yo, a los pesares que pesan. Y es que a mi Ella me estremece y me compensa y me completa y me desgarra y a veces no y, que le vamos a hacer, siempre si. Y ya lo dijo Benedetti.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes

ah pero las parejas que huyen al Botánico
ya desciendan de un taxi o bajen de una nube
hablan por lo común de temas importantes
y se miran fanáticamente a los ojos
como si el amor fuera un brevísimo túnel
y ellos se contemplaran por dentro de ese amor.



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Ella...

Ni que decir tiene que me encanta
cuando me mira, me observa (y me dibuja)
Por no hablar de cuando me habla
y cuando íntima me susurra...
Me encanalla cuando se deja
y sus pechos, bueno, sus pechos
y cuando en las noches sudadas
bueno, pues esas cosas

Cuando ríe me ciega
Cuando existe me crea
Cuando duerme me abruma

Y cuando de verdad me enloquece
más alla de su despertar legañoso
de su desarreglo irresistible
es cuando le asalta la tristeza
y sus ojos le crepitan
y los labios le traicionan
y hace pucheros rizados
Entonces le abrazaría muy fuerte
y le encerraría en mis entrañas
donde no hace frío