El centro del lago de la luna

Una pequeña Republica del desconcierto y la desazón.

martes, julio 12, 2005

Madrid 2112 (Capicua)

Se que cuando os cuente lo siguiente pensáreis que me he vuelto loco. Se que probablemente no volváis a creer en nada de lo que digo. Y es que hoy, mientras caminaba por Madrid, he encontrado una calle en la que no había ninguna obra.

Vale. Yo tampoco me lo acababa de creer e incluso he tenido que pellizcarme para comprobar que no estaba soñando, pero estaba allí. Es más, ni siquiera había atasco y algunos conductores han dejado pasar a una ancianita que se las apañaba como podía sobre un andador, mientras la dedicaban caritativas miradas que reconocían el pundonor que la noble señora ponía en su empeño. He mirado a diestra y siniestra y no había vallas, no había obreros, no había monstruosas máquinas excavadoras, ni zanjas, ni la aterciopelada caricia de una taladradora. Cuanta belleza concentrada en un solo punto. Y no he sido yo solo el que me he dado cuenta, que conste. Progresivamente personas que el azar había arrastrado hasta allí, han tenido la misma revelación que yo, incredulidad al principio, estupor, sorpresa y más tarde, una inmensa dicha. Oleadas de gente se han ido arremolinando en torno al milagro. Cierto es que alguno ha aprovechado para meterle mano a alguna moza veraniega y alguna se ha frotado impúdicamente contra el impecable torso de un par de chicos gimnasio, e incluso se han registrado dos robos de carteras, pero la mayor parte de la gente lo único que ha hecho ha sido abrazarse castamente con el vecino y entonar todos al unísono "Let the sunshine, let the sunshine in" (bueno, ha habido un par de vejetes que han cantado un pueblo es, un pueblo es, un pueblo es, que pal caso es lo mismo excusándose en que ellos no sabían idiomas raros).

La utopía no ha durado demasiado. Un malvado topógrafo ha aparecido de repente atraido por el aroma de felicidad y comunión universal que todos expeliamos. En un periquete ha hecho unas cuantas mediciones y ha silbado estruendosamente. De la nada han surgido quince operarios armados de vallas de estas que te quitan la visión de lo que acontece tras ellas, han precintado la zona. Unos bizharracos de máquinas la hostia de grandes han arrasado un parque y un convento con todas las monjas dentro inclusive, ha sido conmovedor escuchar como todas ellas rezaban el rosario mientras los monstruosos dientes de metal las hacían pedazos. Un hombre cargado con un gigantesco cartel lo ha situado donde antes había un carril bici. El cartel decía lo siguiente.


Obras de
Prolongación del ramal sur del Acueducto de Segovia.
Acondicionamiento del puente áereo Madrid - Pozoblanco - Andorra la Bella
Soterramiento de la ciudad entera de Madrid y transplantar lo que queda del Amazonas en el recinto metropolitano
Intercambiador de las líneas dos y tres de zeppelines, velocípedos y vehiculos rústicos
Estadio Olímpico Madrid 2212
Coste total de la operación. Un huevo

Va a tardar. El otro huevo y varias docenas más


Fuerzas del Orden nos han dispersado de malos modos. Se ha formado un atasco de coches de tres pares de cojones. He visto como la vieja del andador, confiada por la cívica conducta que antes le habían mostrado ha tenidó la osadía de pasar por el paso de cebra sin pedir permiso. Un señor con bigote en ese momento ha visto un hueco por el carril bus ha arrancado de improviso. Despues de atropellarla ha dado marcha atras y ha rematado a la señora mientras la insultaba "Mira como me ha puesto el coche la hija de puta, recíen limpito que lo tenía". Otros dos conductores se han pegado seis tiros el uno al otro. Un ajuste de cuentas debido que uno estaba escuchando la SER y el otro la COPE ¡¡¡ y los muy gilipollas lo hacían con la ventana abierta!!!!!. Un barrendero que estaba allí ha sido apedreado por una cuadrilla de fanáticos de la Vida de Brian que ataviados con barbas postizas, le han lapidado al grito de "ha dicho jeová, ha dicho jeovaá" mientras se descojonaban. El efecto invernadero se ha convertido en el efecto gaseoducto en el espacio de una hora. Yo me he ido entristecido (y alarmado por si me caia alguna pedrada).

Otra vez será.