El centro del lago de la luna

Una pequeña Republica del desconcierto y la desazón.

viernes, agosto 26, 2005

Para que no me olvides

Ya no estás más a mi lado corazón,
en el alma sólo tengo soledad
y si ya no puedo verte
porque Dios me hizo quererte
para hacerme sufrir más.
Siempre fuiste la razón de mi existir,
adorarte para mi fue religón
y en tus labios se encontraba
el amor que me brindaba
el calor de tu pasión.
Es la historia de un amor,
como no hay otro igual,
que me hizo comprender
todo el bien, todo el mal
que le dio luz a mi vida
apagándola después
ay que noche tan oscura
sin tu amor no viviré.
Cantado por Ana Gabriel


No me gustan demasiado las críticas cinematográficas. No es que no les haga caso, se lo hago, pero me limito a mirar las estrellas que les adjudican sin parar a leerme las engorrosas parrafadas que les dedican los señores críticos, que, como si fueran forenses, diseccionan el cuerpo como si no estuviese presente. Una obra de arte es, ante todo, emoción y su objeto es transmitirla. Lo consigue o no lo consigue, lo demás son monsergas. Habrá críticos que hagan esto, hablar de emociones, pero yo les mido a todos por el mismo rasero, y aunque sea injusto, ignoro su trabajo. Me dejo llevar por las estrellitas y por las intuiciones y me va bien (con importantes excepciónes. "La llave del mal" es una excepción honrosísima, por cierto)

El otro día me pillé "Para que no me olvides". Si yo fuese un crítico tendría bigote, fumaría constantemente y dedicaria de vez en cuando, torvas miradas de lujuria a las mozas de buen ver. Si yo fuera crítico diría: "Pelicula desigual con dos partes bien diferenciadas. La primera de ellas presagia una soporífera velada al son de una historia mil veces repetida en la historia del cine español, llena de situaciones y lenguajes muy alejados de la credibilidad. El protagonista tiene tantos síntomas de irremediable inexpresividad que le contagia la indiferencia al resto del reparto. Pero es desaparecer él y por arte de magia, aparece otra película, mucho más próxima, mucho más sensata, hilada y bella. Acompañada de una banda sonora escogida con acierto, la directora se encuentra consigo misma y da lo mejor de si, sorprendiendo gratamente. Espléndido el duelo interpretativo de las dos actrices que habían permanecido inéditas hasta ese instante, vigiladas por la indescriptible mirada de ese loco de pelo rojo que es Fernán Gomez, del que solo caben decir grandilocuencias. Es en resumen un interesante, aunque irregular producto, de la cada vez más decadente, industria patria". Si yo fuera crítico hubiera dicho muchas más cosas, desvelaría partes esenciales del argumento, releería satisfecho lo que hubiera escrito y volvería a mirar a mi alrededor a ver si pasaba por allí una de esas mozas de buen ver de las que ya he hablado antes. Encontraría una de pelo rizado y pechos sedosos y la devoraría con la mirada. Luego diría "Paco, ponme otra".

Lo que yo digo, tiene menos sentido o no. Aclara mucho menos, salvo si la has visto. Yo digo que la película comete errores que son demasiado frecuentes y de los que me gustaría hablar otro día. Digo que la película me emocionó. Que no hay nada más macabro que el dolor ni más enternecedor que el consuelo, ni más bonito que una sonrisa. Que me gustan los chicos buenos que asisten callados a las historias de las mujeres a las que aman. Que me angustia el olvido y que el mar tiene un secreto y por eso todos tratamos de perdernos en él, a ver si lo encontramos y nadie nos encuentra. Que lloraría si me reencontrase con Campos Verdes, Campos grises después de tanto tiempo de separación. Que me gustó la peli...

miércoles, agosto 24, 2005

El sitio de mi recreo (con la voz resabida de Antonio Vega)

Es curioso.

Por donde quiera que vas por donde quiera que te mueves, nos rodea un aluvión de instrucciones que te dictan todos los pasos que has de seguir, incluso en las tareas más sencillas, para no dar ni un sólo paso en falso. Hay enciclopedias que se enorgullecen de críar a los niños por si mismas, hay manuales que te detallan hasta la extenuación como cojones funciona el Photoshop. Hay diccionarios que explican idiomas que ya nadie usa. Hay guías que te llevan a paises en donde se mueren de hambre y están encantados de recibirte. Hay vadenecums, ha libros, biliotecas interminables (como las historias) que permitirían a un neardenthal volverse sapiens con tan solo descifrar unos dibujitos asombosamente sencillos. Pero la curioso es que lo más importante nadie lo enseña. ¿Donde está la guía de la vida, donde coño se aprende a vivir cuando huyes de los libros de autoayuda, si detestas a los cuentistas de Hamelin que se camelan a los niños con filosofías de todo a cien. Si nunca creiste en los libros sagrados que escribieron los hombres, ni en los hombres que escucharon a Dios y racanearon el mensaje?

Te cogen, te echan al mundo, la luz te deslumbra y comienzas a escuchar ruidos que no sabes de donde coño salen y que te provocan una serie de miedos que te ponen los pelos de punta y que no superarás, y eso si tienes suerte, hasta que te salgan pelos en partes donde antes no tenías y hasta que por fin logras comprender que Woody Allen es gracioso. Otros no lo superan nunca, nunca superan el hecho de que todo es imprevisible, que todo es extraño y diferente y frio o caluroso, pero dificilmente templado. ¿Como coño se vive?. ¿Tan complicado resulta?. ¿Acaso era ese el taro y yo no me he enterado?. Pues no, no era el trato. No basta con tener fe en ti mismo. No basta con estar aquí y allá y estar más tarde donde ya habías estado antes. No basta con deleitarte con unos ojos o unas páginas o el sonido de un cinematógrafo, ni con comprender que la magia nos envuelve y que ni siquiera hay que esmerarse demasiado para dejarse llevar, vestirte con una túnica y sonreir fieramente. Eso no basta. Son demasiados esos fuegos de artificio que no acaban de alumbrar al cielo plomizo que los galos ya sabían que un día acabaría por caernos sobre nuestras cabezas.

No basta con esforzarse y eso es lo que más me puede joder en esta puta vida.

Solo es un desahogo. Es una de las razones por las que escribo. No pretendo compadecerme ni que me compadezcan, soy muy afortunado, salvo en unas pocas noches como esta, en las que no corre la brisa.

Sed felices.

lunes, agosto 22, 2005

Desde el piso undécimo

Desde el piso undécimo de un hotel cualquiera de Valencia se ve toda la ciudad a tus pies y no sería necesario sumergirte en ella para lograr todo lo que necesitas. Incluso en la propia habitación hay una cama lo suficientemente grande como para jugar un partido de fútbol (o de lo que se tercir) y dos baños que permiten llegar antes a las citas a las parejas, dos pares de chanclas, dos albornoces. Apenas a tres escalones descansa la piscina, se ejercita el gimnasio, se cuece la sauna, se bebe una terraza. Al vuelo de un ascensor, se despliega un desayuno interminable, un amplio elenco de periódicos de todas las ideologías conocidas y una ristra de sonrisas que te proporcionan todo lo que deseas, salvo bolsas de plástico para llevar contigo el bufette de desayuno en el caso, como este, de que seas un gorrón con mayúsculas.

Pero la habitación de ese piso, más alla de los ojos de ella que me miran... y me crean y de los pechos con los que sueño y del aliento que dan ganas de cubrir, no tiene importancia. La única importancia que he conocido este fin de semana es la del arroz abanda, la de la horchata de l'Alboraya, la de los porros mezclados (no agitados) con las mismas anécdotas de siempre, la de las medusas y del picor de huevos, la de los productos típicos de Sicialia, la de un bufete con ínfulas de hipnotizador. La de estar a gusto cuando se esta a gusto. La de que bien se está cuando se está bien.

Ella me da sentido. Ellos me dan dirección.

Es decir, soy quien no soy.

P.D - Que me lo he pasado muy bien, leñe. Sed felices