El centro del lago de la luna

Una pequeña Republica del desconcierto y la desazón.

martes, junio 27, 2006

Breve historia de un vampiro rebelde


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Le hicieron vampiro sin consultarle y eso nunca lo perdonaría. Una noche un señor pálido y con un grave problema de halitosis le clavó dos colmillos llenos de sarro y se marchó sin dar las buenas noches ni desearle una feliz eternidad. Será cabrón pensó. Así que como represalia se dedicó con todo el esmero del que era capaz a ser la vergüenza del gremio. Dormía sobre un colchón de latex y escupía sobre los ataúdes de sus congéneres. Todas las tardes acudía a misa de ocho y se persignaba con los dedos empapados en agua bendita. Engordó una barbaridad a pesar de hacerse vegetariano y devoto del gazpacho y del arroz abanda con alioli. Prefería las saharianas a las levitas, las gorras de béisbol a las chisteras, los hombres musculosos a las mujeres pálidas. Pasaba las vacaciones en Gandía y volvía más moreno que una turista sueca, y siempre celebraba los goles que le marcaban a la selección rumana de fútbol. Cuando una comisión de vampiros indignados le reprocharon la indignidad de su actitud, decidió morirse de un infarto. En el testamento pidió ser incinerado y dejó todos sus bienes a una empresa que adquiría castillos en ruinas y los transformaba en hoteles de lujo para millonarios retirados. Murió feliz.

domingo, junio 25, 2006

Juana y María y él


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Salir. La música tan alta como para lograr no escucharse a si mismo. Reírse tontamente, beber tontamente, ser tonto. Librarse de si mismo aunque sólo sea por un rato. De noche todos los gatos son pardos, incluso él, así que porque coño no va a conseguirlo. Pues por que no nene, porque el problema es que la música nunca va a estar lo suficientemente alta y en cuanto te descuides, te encuentras contigo mismo de nuevo, cuanto tiempo y a tomar por culo la noche. Las discotecas no están hechas para los filósofos, claro que las ágoras y los foros hacen tiempo que crían malvas, pero aunque no haya espacios habilitados, las discotecas no están hechas para pensar o si no se llamarían sofotecas. Por eso si en una discoteca piensas la cagas. El piensa, luego la caga.

Hay, por ejemplo, un grupo de mujeres desencantadas que se disfrazan de supernenas y juegan (siempre juegan, todos juegan, gana la banca) a detestar a los hombres que las rondan. Una noche más (una noche menos), se burlan punzantes, conspiran hirientes y levantan una muralla de vaginas infranqueables tras la cual se oculta un aquelarre en el que serán incinerados los inquisidores Un cigarro en una mano, una copa en la otra y en la boca las carcajadas mezclan el humo y el alcohol. Parecen invencibles, pero basta que se enciendan las luces para destruirlas. Regresan a su casa. Anhelan lo que detestan y a los únicos hombres que devoran, son a esos que les carcomerán el alma desde dentro.

Jovencitas de camisetas de diseño, de cuerpos de diseño y mirada de diseño agitan cuerpos y cabelleras en el centro de la pista. Son dos, amigas y residentes en urbanizaciones. Hablan tres idiomas, requisito indispensable para poder pronunciar el puesto ejecutivo que ocupan. Fueron juntas a pilates o la clase de yoga y a hacer senderismo al Himalaya. Y sin embargo se detestan, por ser tan igual que yo, por parecerte tanto a mí… probablemente nunca se hayan enamorado o a lo mejor si y se arrepienten o a lo mejor por eso...

Un posturitas las mira y las engorda. Camiseta ceñida, músculos de pasarela, cuello de buey y mirada perdida. No le cabe ni un grano más de coca en las pupilas ni una dosis más de anabolizantes en los triceps. Ellas piensan que es un baboso. Yo pienso que es un baboso. El piensa que es un baboso. Así que todos contentos. Menos él. Me alejo un poco. El gorila acabará embistiendo contra alguien y yo nunca fui muy valiente. Demasiados ecos.

Una negra le susurra a su chico sin saber que puedo escucharla. No es querer. Es poder. No podéis bailar a Michael. Es nuestro. Como el ritmo. No podéis. Nos robasteis África, mamones, pero os dejasteis el secreto. Tiene que ver con andar descalzo, con los gritos que los griot escuchaban en el aire y en la tierra y en el fuego y que luego nos contaban por las noches si nos habíamos portado bien. Son los pechos abrasadores de nuestras mamás, darlin, el aliento de nuestros papás, my friend. No lo intentes chico, no sois de allí. Y mientras habla baila rock como si fuera funky a Michael Jackson como si fuera el rey, y así con las palabras y las danzas se le agota un poco la rabia inagotable.

Y un poquito más allá. El miedo. Porte aristocrático con tacto de alpaca. Fibroso pero no demasiado. El pelo largo, pero en su justa medida. La camisa vale una pasta, igual que el pantalón igual que los zapatos, que los calzoncillos o que las llaves del coche que lleva en el bolsillo de un abrigo fabuloso. Que guapo es el condenado, que ladino, que canalla. La viva imagen del mal. Está seguro de que si le bajase de un tirón esos pantaloncitos de acento casual se encontraría de bruces con un rabo encarnado, de los que nacen en las nalgas y no entre las piernas y que bajo ese pelo de rizos de exposición se ocultan dos cuernos retorcidos, de los que asustan, no de los que hacen gracia. Le brillar la coca encarnada repleta de sangre la boca a sangre y no dudo de que alguno o alguna querrán saborearla esta noche. Todas las noches. La boca la sangre la pasta. Se arrepentirán, si, pero mañana, cuando ya no importe

Miles de historias y ninguna de ellas, basada en hechos reales. Una voz se acerca y le pregunta. ¿Quién te has creido que eres?. ¿Dios?. Puede ser, nena, al menos me siento igual de solo que el. Aún es más despreciado. Quien eres. Nada. Nadie. Déjame en paz. Nada de nombre. Nadie de apellido sabe que detrás de cada historia Ella y delante de cada rostro Ella pero no tiene muy claro lo de quién es él. Se marcha agotado a su no casa.