El centro del lago de la luna

Una pequeña Republica del desconcierto y la desazón.

sábado, marzo 04, 2006

El dios de las cosas diminutas




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Hace tiempo soñé que me perseguía una g mayúscula y una r mayúscula. Yo iba en una moto y las muy hijas de puta me perseguían botando detrás de mí con muy malas intenciones. No se que paso al final del sueño pero un
día como represalia escribiré algo maravilloso que no necesite de ninguna de las dos letras.

Tonight we fly
Over the chimney tops

Skylights and slates -
Looking into all your lives
And wondering why
Happiness is so hard to find


Pocas veces hablo. Prefiero contar historias. Pero hoy es un día en el que necesito de pequeños detalles, por nada en especial. Solo porque hoy es viernes o porque no lo es. Porque esta nublado, porque es de noche. Elegid vosotros. Hace tiempo cielo azul pidió que dijese cosas que me gustan. Hoy sólo me gustan las pequeñas. De hecho siempre me gustan las pequeñas. Y la cosa que más me gusta es la más pequeña de todas las cosas. Y así me convierto en el dios de las pequeñas cosas. El dios con minúsculas. El dios sin importancia. Como todos y como ninguno.

Me gustan

El sonido de las tijeras

Ver como los perros beben agua

Abrir un libro. Cerrar un libro. Oler un libro

Sumergir la cabeza debajo del agua. Dejarla allí un tiempo. No se oye nada

Los trailers de las películas

Los cines de verano

La luz que desprende un cubata

El olor de la noche

El humo de un porro

Las luces suaves

los días nublados

Ella...

Tonight we fly
Over the mountains
The beach and the sea
Over the friends that we've known
And those that we now know
And those who we've yet to meet

And when we die
Oh, will we be
That disappointed
Or sad
If heaven doesn't exist
What will we have missed
This life is the best we've ever had


Me vuelvo a ir. Todos tenemos un día malo. Me pongo la capucha. Comienza a oler a azufre. Las redomas borbotean, el fuego se enciende solo. La atmósfera se carga de una misteriosa neblina. Cabezas de animales malditos cuelgan sobre las paredes. Grimorios escritos en lenguas muertas abarrotan la mesa. Las paredes se desnudan y se vuelven piedra. Vuelvo a poder hacerme invisible. Vuelvo a poder abrir los cielos y separar los mares. La salida desaparece. Y no me acuerdo de nada de lo que pasó hace un segundo



... y el sonido de las bolas de billar dice mi último recuerdo




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miércoles, marzo 01, 2006

Tercer y último (lo juro) final feliz

El tercero y el último. Mi salud mental está poniéndose en peligro por este tema. Las historias se me van de las manos. Es hora de cortar por lo sano e invocar a Ende. Lo que puede dar de si este tema en una mente perturbada.

Sed felices





Y fueron felices
pero no, comer perdices no comieron
querían vivir al margen de convencionalismos sociales
querían trascencender de las miserias pequeño burguesas
se decian uno al otro arreboladamanete
bueno lo que les va a joder a sus padres tampoco está mal, pensó él
y el chasco que se va a llaver la arpía de mi suegra tambien cuenta, pensó ella
Enamorados eso sí. Y, desde el principio, silenciosos.

De perdices nada cariño.
Así que fueron felices
y comieron

Enredadera de piquillos con virutas de foie y esencia de hierbas mediterraneas sobre lecho de hongos caramelizados al punto Pedro Ximenez


Que estaba bueno de cagarse pensó ella, pero no lo dijo. Una princesa hay ciertas cosas que no debe pronunciar.
Que me voy a quedar con un hambre de cojones, pensó él. Pero tampoco lo dijo. Un príncipe ha de ser frugal y sobrio por definición.
Los consuegros pensaron que aquello era una mierda. Y lo dijeron. Que eran Reyes, pero suegros por encima de todo.
pero fueron felices que es lo importante
o eso decían.



Las perdices del festín fueron indultadas.
La cabaña perdicera explotó demográficamente.
Uno de los bichos organizaba reuniones clandestinas en las que predicaba saciar con sangre las sedes de venganza de las hermanas cuyos gaznates habían sido sacrificados para la felicidad de Prozac de millares de Seres Humanos
Otra postulaba por el perdón y la convivencia pacífica.
Malcolm y Martin se llamaron.
Tiempos convulsos en la historia perdicera.
Pero eso es otra historia
Y debe ser contada en otra ocasión


Y al final las perdices también lo fueron
felices se entiende
Y sin canibalismos.
Con unos cuantos granos de maiz.
Tan contentas....