El centro del lago de la luna

Una pequeña Republica del desconcierto y la desazón.

jueves, marzo 15, 2007

Profiden







Fue en un mundo blanco... hubo un día en el que tuve que sonreir mientras mi mundo se moría

No recuerdo por qué, nunca he sabido de causas, pero pasó y me entraron ganas de acabar con todo, pero claro, no había huevos, no había ovarios, no había nada. Y lo peor el no saber decirlo, el que solo fuera yo quien me supiera hueco y el resto del mundo lleno de ... cosas.

Una sonrisa obscena, con muchos dientes y todos los colmillos. Y dentro un silencio atroz en el que nunca cayo una moneda o una gota de agua. Y así me quede. Con ella puesta. Con esa sonrisa burlona. Al despertar y en la comida y en el cine viendo una triste. Sin resurrecciones en las entrañas ni excepciones en los entierros.

Y además, el Resto. Con la misma sonrisa, los mismos dientes, unos más blancos y otros mellados... los mismos dientes. Yo, con otras caras. Me gustaría que me hubieran dicho algo, pero como demonios, si ni siquiera yo podía decir nada, si no pude preguntarles, por qué. Las respuestas son para los valientes y yo... yo no.

Una tarde cogí un martillo y me rompí esa sonrisa de mierda a hostias. Me quede sonrosado y tranquilo. Eso hice yo. No se lo que hicieron los otros. Nunca me atreví a preguntarlo

A partir de entonces, el mundo fue rojo.

martes, marzo 13, 2007

Farios y Farias

El día que me levanté con el pie izquierdo, me comenzó a doler terriblemente el derecho, lo suficiente como para apenas darme cuenta de mi travesía bajo tres escaleras puestas en fila y el tranquilo deambular de una manada de gatos negros que me cortaron el paso. Por ello, cuando aquel meteorito cruzó los cielos y se llevo por delante tres cuartos de mundo conocido tuve una incómoda sensación de culpabilidad poco antes de morir. El pie dejó de dolerme, eso sí.