El centro del lago de la luna

Una pequeña Republica del desconcierto y la desazón.

jueves, septiembre 20, 2007

Ciencia ficción

Allí está el, sentado en su coche, compadeciéndose un poco de si mismo, temeroso de que sus ojos confirmen lo que su vientre barrunta, mirando hacia ella, sentada sola, con los ojos perdidos tras el gran ventanal, sin hacer mucho caso del café que se enfría entre sus manos, sin verle mientras el la ve y la mira y la olería si pudiera, si no hubiera tantos cristales entre uno y otro que consienten la vista pero desdeñan el olfato. Él, emequeñecido por el asiento de un coche demasiado enorme, inerte, nervioso. Asustado..

Y por fín. Llega un él desconocido (compañero de trabajo?, tertuliano de chats?, feligres de taberna?, judio errante?) y la mira. Los ojos perdidos se enncuentran, se encienden, se levantan junto con el cuerpo, aguardan temblorosos sonríen anhelantes. Delante de el, el cristal sin olor le muestra como otros labios fruncen los que hasta hace un tiempo besaba él con más pasión incluso(quizás más de un tiempo, quizás dos o tres, es curioso, tantos relojes y sin embargo que dificil es saber la última vez de nada) . Dos cuerpos que se abrazan ocultando dos rostros que ya no importan. Dos rostros de cristal que no huelen.

Tiempo de esquivar caricias, de llamadas a media voz que prometen "luego.", de interminables programas de televisión que las palabras nunca interrumpen. Tiempo (cuanto? un año, tal vez dos, pasan tan rápido, donde se guardan los calendarios) en el que las moscas le azuzan la oreja, y recupera el calor perdido y la mira de como una diosa, acercándose sin rozarla, rezandole por las noches. Tiempo de lágrimas perdidas sentado en la taza del water, de comidas sin sabor y sin palabras. Los amigos diciendo.. y mirándole...Tiempo que se acaba en la animosa conversación que mantienen los dos amantes. Se ahoga en la taza de un café que agoniza olvidado. En dos manos que se cogen sin soltarse. Tiempo muerto. Fin.

Lo que más sorprendente le resulta es que donde el esperaba la rabia, solo encuentra alivio. Sabe que dejó escapar su oportunidad, que no tiene derecho de reprochar nada. Y no solo lo sabe. También lo acepta. El que se imaginaba en las noticias del día siguiente, crimen pasional en una cafetería diría una presentadora rubia, de peinado imecable de puntas abiertas, con un traje de chaqueta rojo y una sonrisa serena. Y un hombre más informal y más calvo, relatando desde el lugar de los hechos una detallada crónica de los acontecimientos. Y una vecina de un tercero cualquiera, jurando mientras paseaba a su perro, que parecía un hombre normal, feucho pero normal. Tanto tiempo sin... tantos reproches con... arranca el coche y conduce distraidamente mientras piensa en una nota de despedida. Largas cartas de pasión, libros de reclamaciones, notas penalmente imputables , reseñas de sucesos, instancias de reconciliación...

Cuando ella llega a casa, el no está. Una nota brilla sobre la cama

Ella llora (un poquito, agua templada que acompaña, que no deshace. Por fin despierta y eso asusta) y lee.

"Te quise mucho. Te quiero más. Lo siento. Se feliz"

domingo, septiembre 16, 2007

Mini mini cuento

Cuando el asesino entró en el salón,
supo al instante quien era el mayordomo.