El centro del lago de la luna

Una pequeña Republica del desconcierto y la desazón.

viernes, septiembre 15, 2006

Torre de hechicería (...Dos)

En el otro extremo del mundo hay lagos que reflejan columnas de marmol

Virgina Woolf



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Salir se puede lo que no hay es salida o al menos aún no la he descubierto. No hay puertas ni llamadores, no hay mirillas, ni goznes mal engrasados. Cierto es que la torre está muy deserdonada y que amontono recuerdos de mil épocas pretéritas o que aún no han sucedido. Un carrito de madera. Un casco de carey. Una llave oxidada. Miles de libros antiguos, futuros, algúno que otro recién escrito. Redomas de colores que no existen. Brumas salidas de la boca de un dragón disecado. Un dolmen que brilla con la luna llena. Un espejo que jamás te muestra tu decadencia. Otros libros. Torres de recuerdos que a veces me apenan y otras me reconfortan. ¿quién trajo todas estas cosas?. No lo recuerdo. No lo se... Anécdotas desperdigadas por todas partes que podrían ocultar una salida pero jamás una puerta. No no la hay. No se cuando vine aquí ni por qué pero se que si hubiera una salida lo sabría o alguien me lo hubiera dicho.

Pero se puede salir. La cosa es desearlo y la torre, como hechicera que se precia de ser, te saca. No es un buen sistema por mucho que se lo pueda parecer a los despistados que se dejan las llaves por todos los sitios porque hay días en que aunque necesites salir, te quedas donde estas por muchas patadas que des o alboroto que montes, y otras, en que adormilado por el humo de la hoguera y por la lectura de un libro aburrido te encuentras, de repente, de patitas en la calle. Si yo no se el lugar donde se esconden mis deseos, me cuesta mucho aceptar que pueda hacerlo una mole de piedra que jamás dijo esta boca es mía (más que nada por que sin salida no hay boca). Pero a lo mejor si. A lo mejor mi torre es mi deseo y a veces quiero estar dentro y a veces no. Ten cuidado con lo que deseas decían los chinos, pero hace tiempo que no los veo. No se si murieron o bien se marcharon. Al fin y al cabo viene a ser lo mismo

Y ese no es el único problema. Saber donde sales tampoco es sencillo. Jamás llegué al paisaje que veo desde mi ventana, nunca me tentó el abrazar a la luna justo antes de su desvestido baño, ni oler las flores de las que las hablé pues nunca fue ese el lugar que la torre escogío para mí. Ya quisiera para mí el sistema que ideó Howl para su castillo ambulante en el que una rueda de distintos colores te indicaba el lugar que verían tus ojos. Mis ojos solo descubren sorpresas, algunas agradables y otras, pues no tanto. Por contra he de reconocerme afortunado pues de esta forma visité islas rodeadas de mercuriales mares en las que cielo y mar eran infinito y misterio, que de otra manera jamás huibese hollado. Visité un mundo en el que la lluvia era tan intensa que nada supe de lo que me rodeaba, salvo una voz sabia y profunda que me dijo "parece que va a despejar", antes de callarse para siempre. Desiertos de cristal que dejaban ver espeluznantes criaturas atrapadas en el interior de las dunas. Lugares en los que volar tiene sentido (espiritus livianos me rodeaban y se burlaban de mi perpetua caida) y otros en los que morir no era definitivo. Rincones oscuros de piedra que me devolcían mi tristeza cada vez que hablaba. Mundos sin dolor y almas abrasadas. Todo eso lo ví antes de volverme loco, o puede ser que después. No lo se. El tiempo no es cosa que me haya importado nunca. Mil veces esperé días enteros para regresar al calor del fuego. Malhumorado me recupereaba en mi cama olvidando con el sueño la realidad

Bito, podría jurarte que desee acercarme a la luna. Varias veces la soñe entre mís brazos, varias veces me imaginé entre sus piernas, tan hermosa, tan rizada. Pero la torre no quiere o no puede darme ese capricho, más bien obsesión, y la vez que intenté salir por el ventanuco me di cuenta de que por mucho que el tiempo me la traiga al pairo, al tiempo yo no le resulto tan indiferente. Casi me mata, la altura, la vejez y la puta torre y aunque me no hubiera importado (no es mucho dinero si preservo las esperanzas de abrazarla) recuperé al seso de forma inoportuna y mucho más cobarde, segui malgastando mi vida siempre demasiado lejos. No lo se. Solo. dormido. Leyendo. Fumando. Quieto. Así se sucede la vida de un mago que no es ni mejor ni peor que la que te ofrece cualquier otro oficio.

Eso sí, desde lejos la lloro y sigo enamorado aunque nadie me escuche los lamentos y piensen que son lobos, los muy idiotas.

martes, septiembre 12, 2006

Torres de hechicería (Uno...)

"La locura es la única revolución posible"

Lee Goff



Es cierto que desde la ventana de la torre puedo contemplar casi todas las noches del mes como la luna se desnuda ante mis ojos y se sumerge en las aguas del lago que baña los pies de mi casa. De joven, me herviría la sangre viendo como las gotas de agua se deslizan por sus pechos de plata, pero soy viejo más de lo que puedo recordar, así que miro su melancolía y añoro su regreso y pienso en los paisajes que ocultan las aguas. Sonrío cuendo los imagino pero creo que a la luna no le gustaría que los contase, así que guardré silencio hasta el día en que deba de ser contado. Así de callado miro y son muchas las cosas que veo y me atormenta la incertidumbre de si son verdad o mentira, si es locura o clarividencia lo que arrasa mis ojos y ahuyenta el sueño.

A veces llueve y cuando lo hace enormes gotas de agua caen del cielo. Son tan grandes que viajan en su interior plantas de todo tipo y al estallar en su encuentro con el suelo, aprovechan las azaleas, las orquideas, los acebuches, las verbenas para enraizarse en la tierra y germinar en un suspiro. Igual un día te despiertas con una pradera de cebada que al día siguiente hay flores por todas partes. Lástima que únicamente vivan lo que tardan en beberse la gota que les transporta. No da para mucho y no sirve ningun otro tipo de fluido para prolongarles un poco la mocedad. En los días tristes todos es muerte hasta el horizonte. Pero tambien los hay alegres en los que sería imposible recitaros todos los colores. Nunca es el mismo día porque siempre cambian los ojos que lo contemplan.

Cuando miro desde la ventana hay veces que el cielo está arriba y en otras ocasiones deja su lugar a la tierra y la mira desde abajo. Decía un pueblo olvidado que tierra y cielo habían sido amantes desde el principio de los tiempos. Si es así, han aprendido nuevas posturas y se lo estan pasando en grande. No siempre sale el sol por el este, no siempre está entero, no siempre es redondo, ni todos los días es luz. A veces las nubes juegan con él y le coronan de algodón y se ríen lejanas y tontas. Ardillas que caminan con bastón y chistera, ondinas que fornican con bien dotados sapos, princesas que hacen topless en los días nublados, principes cobardes que juegan al ajedrez con el más cariñoso de sus sirvientes, árboles con enaguas y puñetas... no se, esas cosas. Tal vez existan, tal vez no. Yo soy el universo y las veo, al menos eso es lo me digo para que los fantásmas se queden escuálidos.

A veces deseo salir y tocar con mis dedos lo que mis ojos me muestran y así dejarlos por embusteros o confíar en ellos eternamente aunque los cierre, pero siempre que anhelo, recuerdo que en una torre del hechicero lo de salir y entrar siempre es un problema....