Estaba yo poniendo la mesa y por pura lógica me asaltó la siguiente pregunta, ¿son deseo e ilusión la misma cosa?. Por pura lógica mía, que en ninguna cabeza cabe que eso te pueda obsesionar entre pucheros, salvo si eres Santa Teresa. Dad gracias a Dios que no me ha dado por tratar de ocupar puestos de responsabilidad logística, porque si yo me ocupara de un reactor nuclear, Chernobil se iba a quedar chico.
El diccionario dice:
deseo.
(Del lat. desidĭum).
1. m. Movimiento afectivo hacia algo que se apetece.
2. m. Acción y efecto de desear.
3. m. Objeto de deseo.
4. m. Impulso, excitación venérea.
y también dice:
ilusión.
(Del lat. illusĭo, -ōnis).
1. f. Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos.
2. f. Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo.
3. f. Viva complacencia en una persona, una cosa, una tarea, etc.
4. f. Ret. Ironía viva y picante.
Y es que algo me barruntaba yo, que no eran cosas iguales, que no se parecían. Las definiciones hablan del deseo como corporeo, de la ilusión como algo intangible más relacionado con las inexistencias.
Y es que a mí desde un tiempo a esta parte, las ilusiones me causan un algo de tirria y un poco de ardor. De la ilusión a la desilusión solo media una sílaba y de estar ilusionado a ser un iluso, apenas hay dos. Ni el diccionario ni el corrector del Word saben, en cambio que es el desdeseo, aunque no sea difícil entender su significado si no eres virtual. Ilusionarse es construir castillos de arena en parajes en los que normalmente acaba lloviendo y donde tu terminas tan derretido como los muros de barro. Tu, quisiste ser castillo y ya solo dejas pequeñas motas. Deleznos. Nada.
Una ilusión siempre es probable, poco o mucho, porque cuando es real o cuando no lo es, es certeza, para bien o para mal y entonces estamos hablando de otra cosa. La ilusión es par o impar, es medio o extremo, roja o negra, pasa o falta, pero sobre todas las cosas tu eres ilusión hasta que la bola decide si eres rico o si lo sigue siendo la banca, es decir, la ilusión es efímera y por ello condenadamente absurda, mas o menos como nosotros. En el mejor de los casos nace para ser destruida (según se haga cierta o mentira) y en el peor acaba por destruirte. No es que quiera decir con ello que todo aquello que tenga fecha de caducidad no tenga sentido, sino que los estados intermedios siempre tienen un punto de ridiculez (no hay más que verse de adolescente para darse cuenta) y yo quiero ver de una santa y puñetera vez que hay mas allá de las esperanzas.
Sería de puta madre que fuese cual fuese nuestro destino, o nos conformásemos con ello, o de no hacerlo, siempre tuviésemos fuerzas suficientes como para ilusionarnos de nuevo y montarnos en otro tren. Pero no pasa. Será alucinante que afrontásemos con entereza cada vez que una ilusión no toma cuerpo. Pero siempre pesa. Sería fabuloso, que, viendo lo visto, lo pernicioso que pude ser vivir de ilusiones (y os lo dice un ilusionista) las desechásemos de una maldita vez, pero entonces dejaríamos de existir. El deseo, sobretodo el de nuetros órganos genitales, nunca es tan complicado. A veces condiciona la vida, a veces abrasa pero siempre es más realista. Se puede apagar con una mano, se puede calmar con dinero, solapar en alcohol o en último término, acudir a un psiquiatra. Frente a las ilusiones quedamos más indefensos.
La putada es que no te guste y no puedas con lo de ser pragmático. El problema como siempre es haber nacido, y darte cuenta.
Y esto, como todo, tambiés es motivo para reirse un poco. Vuelvo a lo mío. Sigo poniendo la mesa.
Sed felices