El centro del lago de la luna

Una pequeña Republica del desconcierto y la desazón.

miércoles, febrero 15, 2006

Homenajes: La Mona JAcinta, Fresones rebeldes, Pablo Carbonell, Planeta Imaginario




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la bella más bella del mundo mundial sentada a mi lado tomaba un helado de azucar y sal

y yo que la siento que tan cerca está que lelo me quedo borracho del pelo sediento de más

hermosa y perfecta doliente y eterna aroma de flores y muchos colores la niña perversa

me suenan las tripas me ruge el baipás porque ella me mira el alma palpita me ha vuelto a mirar

Y pienso y no paro aliento de menta y ojos de escarcha sonrisa muy ancha mejillas de crema

Y yo poca cosa barriga y ronquera y mal afeitado y poco peinado La bella y la bestia

pero ella me mira y el mundo sonrie y al chin se levanta y mira que es alta y a mi se dirige

el mundo da vueltas los cielos se abren los puso allí ella que es bella muy bella que es mía y lo sabe

la bella más bella del mundo mundial en mi no se para de mi mesa pasa no vuelve a mirar

sentado en la mesa que queda detrás aguarda un cuatrero el bello mas bello del mundo mundial

los bellos se besan ignoran que está con el alma en ristre la cara más triste sentada detrás

les pago la copa y quiero marchar el mundo está quieto de gente repleto que quieren cambiar

y yo los enseño que no es que lo sienta que no es para tanto si compras baratos los chicles de menta



martes, febrero 14, 2006

Locuras, pasajeras eso si.

Sentí la inquietante sospecha de que la naturaleza se disponía a reconquistar la tierra

Yukio Mishima

El ruido. El estruendo y luego, la calma.

O lo soñé. No sabría decirlo, pero me despierto sudando y pronto lo huelo. Algo oscuro y antiguo. Si me preguntaras que sonó, si estuvieses en mi casa y acuchillases este silencio húmedo y resbaladizo te respondería: La locura. Sonó a eso. Y luego te daría un abrazo. Solo fue un sueño, pensaría en tu cuerpo. A las pesadillas se las combate con las palabras y con los cuerpos que aún laten.

Algo ha pasado, lo se aunque no lo oiga. Algo que tiene que ver con el cuento más oscuro de la tierra. Uno que nadie conoce, que la historia quiso olvidar enterrándolo y que ahora regresa, rebosante de gusanos y de rabia.

No me visto pues una intuición lejana me susurra que no va a ser necesario y bajo la escalera y siento un escalofrío y me tiemblan las piernas y el destino me ataca. Abro la puerta y siento el golpe de un mundo que no es el que yo dejé anoche. Está boca abajo. Es más brillante pero mucho más oscuro.

Todos los cristales del invernadero gimen aniquilados sobre el jardín y reflejan los rayos de un sol pálido que ha perdido la batalla. Es un caleidoscopio que dibuja sombras rojizas que sangran por heridas infinitas. Los ojos no quieren mirar y no miran por mucho que ya sepan. Veo como la hiedra que ayer apenas rozaban la altura de mi hombro atrapa la casa entre sus zarcillos que crecen vorazmente y llegan hasta el tejado y se cuelan por las ventanas. Tanto que un instante la casa deja de serlo y se tranforma en materia y grita debajo de aquellas hojas que perdieron el instinto y recuperaron su espacio. Todo crepita. Todo es un murmullo que no quiero llegar a entender.

Los tristes ojos de las estatuas se llenan de musgo salado y lloran lágrimas verdes. La fuente es asaltada por hordas de hongos de colores aberrantes que se burlan de su victima y le amenazan de muerte con palabras viscosas. Las arizónicas amenazan al cielo y crecen sin fin. No queda sol, ni rastro de una salida. Solo me aguarda el olvido y mientras siento como las briznas de hierba trepan malevolamente por mis tobillos, por mis piernas, hasta llegar a mi cráneo y devorarme el alma, yo pienso en ella como la única revolución posible.


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