El centro del lago de la luna

Una pequeña Republica del desconcierto y la desazón.

martes, mayo 01, 2007

Hasta luego

Siempre es necesario pegarse un viaje de cuando en cuando. Da igual que sea interior o exterior (bueno, no da igual, pero no es cosa de ponerse profundos) el caso es llegar hasta algún sitio. Zifnab ha emprendido uno de esos viajes, aunque no me ha precisado de que clase de viaje estamos hablando. Aqui se quedan las torres y las lunas y los fantasmas y los trastos viejos y el olor a moho y los amaneceres la hostia de cromáticos. En esta estancia se acumularán los libros, y el polvo. También me ha pedido que os diga muchas veces que regresará, así que yo os lo digo, regresará, regresará, regresará y regresará. Por San Fermín o con Santiago a más tardar, pero el caso es que el no puede marcharse por que no sabe como hacerlo. El necesita contar historias para evitar que se mueran (y por que aquí entre nosotros es un poco presumido y le gusta que le miren y le digan piropos o que le miren y le insulten, pero que le miren un poco y saber que existe). Me ha pedido que os diga que os cuideis lo más que podáis entre tanto. Que durmáis sin pausa. Que comáis bien y en buena compañía. Y que si la buena compañía no aparece penseis que no hay mejor compañía que uno mismo, que hay que amar la propia sombra por encima de todas las cosas, sea en la versión espiritual o en la más prosaica del onanismo. Bebed vino o agua o un par de cubatas o tres. Fumaros un peta a su salud o un cigarro o nada si sois cuerpos libre de humos. Follad lo justo con la persona exacta, la que os haga estremecer de amor o de deseo o si sois ambiciosos, de las dos cosas. Cometed un par de asesinatos me ha sugerido, envalentonado en su papel de sabio pelotas. Y si podéis y os acordáis, escribid, porque es la única manera de burlar al tiempo y hacer como si no hubiera pasado. Cuando llegue el lo leerá y os dará las gracias. Al parecer le jode un montón no merodear por vuestros jardines por un tiempo, pero me ha jurado que no le queda más remedio. "Nada grave, nada grave" me ha susurrado con esa sonrisita de superioridad que no soporto.

Dentro de un rato será mañana y Zifnab regresará sin que haya transcurrido más allá de un parpedeo. Aquí se queda la luna para darse un baño y el olor a tierra mojada y el Infierno y el Oeste. Y me pide que os pida que también alguno de vosotros. Por si acaso os deja las llaves. No es que haya nada en la despensa pero igual un día quereis dormir calentitos u os apetece ejercer de voyeur con Selena pegándose unos baños y esas cosas. En cuanto a la posibilidad de que utiliceis la torre de picadero Zifnab no me ha puesto ninguna objeción, siempre que cambieis las sábanas y no dejéis que la compañía husmee entre sus libros prohibidos (los que están puestos en la estantería que pone "Libros proibidos"). Ya se sabe que los magos son muy puntillosos con sus cosas.

Os deja una historia que otro contó. Quizás sea una pista del lugar al que ha ido. Jodidos magos con sus secretos.

En la puerta ha dejado escrito algo así como "Sed felices". Me ha dicho que quien venga lo entenderá.

Quede dicho