El centro del lago de la luna

Una pequeña Republica del desconcierto y la desazón.

viernes, noviembre 24, 2006

Cuento soñado

Y vendrán fuegos cobrizos
y nada quedará salvo ausencias


Toribio


Entro en el centro comercial con una perspectiva un tanto trágica en el ánimo. No es solo que vaya a suceder algo, porque algo siempre sucede en alguna parte. Lo que va a suceder es todo, lo cual no se lo que significa, pero acojona bastante. Mientras, hago cosas sin importancia. Toqueteo objetos de colores brillantes que otro se encargará de comprar. Me miro paciéntemente en un espejo y no veo por ningún lado a Blancanieves. Flirteo con un maniquí que no responde a mis lujuriosas intenciones. Todo son gotas de algo mucho más grande que esta a punto de estallar y que no deja de asustarme. Fuera siguen esparciéndose los rumores de una guerra. Una más. Quizás la última. Pasan los segundos y yo aguardo y espero y medito. Y, claro, sucede.

No resulta demasiado espeluznante al principio. Solo se han apagado las luces y fuera se escuchan sirenas como largos lamentos. En ese momento solo pienso y solo se, que las nereidas nunca cantaron nada. Solo lloraban su incapacidad de amar a los marineros concederles la muerte y el agua. Solo eso. Las luces de emergencia alumbran fantasmales siluetas de personas aterrorizadas. Yo subo unas escaleras que otros bajan atropelladamente. Dudo, si abrirles los ojos y mostrarles que no hay sitios ni lugares, pero mientras asciendo pienso que los ojos cerrados sueñan y los ojos abiertos ven y que no hay comparación posible entre una opción y otra. Me quedo callado. Total, nadie quiere creer en la muerte ni siquiera en la suya propia.

Arriba, donde descansan tranquilos los instrumentos de música, esperan mis hermanos. Nos decimos alguna que otra cosa sin importancia, nos abrazamos más de lo que hablamos. Lloramos un poquito... siempre hay una última vez, lo que es una putada es saber cuando. Todos tenemos que irnos y todos nos vamos, cada uno de nosotros por una puerta distinta. Detrás, el vacío. Camino por pasillos que se contonean a su capricho a izquierda y derecha, que suben y bajan, desganados, sin puertas, ni adornos, ni fantasmas. No se donde estoy. Perdí la noción del tiempo y si no fuera por que hasta el infinito tiene un final que el no conoce, me daría por desesperarme. En este final hay un vestíbulo, gigantesco y luminoso y atiborrado hasta el último de sus centímetros de personas que miran al cielo. Allí, un gigantesco avión en llamas se revuelve contra la evidencia y contra ella se estrella más allá del horizonte.

El cielo se ilumina un poco, luego más y después de forma insoportable. Un viento arrebatado rompe millones de cristales y despierta gritos, tantos y tan intensos, que parecen uno solo, extrañamente familiar en cualquier caso. Yo no grito y no lo digo por distinguirme sino porque me extraña. No tengo miedo, no tengo nada y no se por qué. O lo se, pero no caigo y eso me inquieta más que la muerte que ya me llega. Una fuerza descomunal emerge del suelo que pisamos y lo alza en volandas como si fuera un niño y si antes éramos tierra ahora somos un fogoso asteeroide que cruza el umbral de la realidad y del cielo a una velocidad inconcebible. Me despido de las cosas y descubro que no tienen importancia. Tarde como siempre pero nunca he sido puntual para nada. Algunos vuelan y otros mueren y otros agonizan agarrados a cualquier saliente. Somos tan diferentes que ni el final nos iguala, pienso mientras me aferro a una boca de riego.

El vuelto también tiene su final pero yo no. Estalla en mil pedazos pero yo sobrevivo, nunca fui muy afortunado. Todo es ruina y gente que hipa, unos pocos enteros y de la mayor parte, ni un cacho. Lo único que se mantiene en pie con algo de dignidad es un concesionario de coches, vete tu a saber por qué y de sus puertas surge un hombre majestuoso que si no es dios, se le parece bastante. Y dice así, como con voz atronadora:

"Al principio Dios creó el cielo y la tierra..."

Y pienso yo. Que memez. No sigo escuchando. Un nuevo comienzo con tantos recuerdos no tiene sentido. Me voy caminando. No se donde está ella y el resto de las cosas que se, me la traen al pairo. Es hora de empezarla a buscar pero no se si la encuentro porque entonces despierto y me topo con el mundo.

P.D - Versión muy libre de un sueño. Muy libre pero sintomática en cualquier caso. Algo me pasa y pese a lo que pueda parecer, se descarta el tumor