El centro del lago de la luna

Una pequeña Republica del desconcierto y la desazón.

domingo, junio 10, 2007

Turista

Cuando llego a la puerta me sorprende un mar de gente esperándome.

Cientos de satánicas adolescentes con pancartas de "Zifnab for president" se avalanzan sobre mi entre gritos y sollozos. Las fuerzas del orden se afanan en contenerlas y yo les dirijo tiernas sonrisas como toda recompensa, que no se si les aliviaran las soledades, pero al menos les contendrá. Otros como yo fueron despedazados por hacerles un feo a tan apasionados súcubos.

Miles de jubilados están desperdigados por aquí y por allá. No resisto la tentación de preguntarle a uno de ellos que por qué están allí. Es que se han acabado las obras de la M 30 y hasta el roscón de Reyes de gorra en la Plaza de Mayor, no sabemos lo que hacer.... Ya, respondo.

Entre los viejales acampan millones de jovenas y jóvenas. Les han suspendido un macroconcierto y se han venido aqui con sus tambores y sus cigarrillos high smell para adorar a la luna y reinstaurar los ritos paganos. Hoy no vendrá estoy a punto de decirle, pero para qué. Me callo

Hay fuerzas del orden, vivas y muertas, hay bellas despiertas que agitan los cuerpos los cuerpos desvanecidos de príncipes sin sangre. Hay bomberos sin cuerpo, hadas sin ahijado y vírgenes prostitutas con brotes esquizoides. Hay un señor que se ha perdido y una señora que le ha encontrado y no me hacen caso mientras se besan. Hay huellas de un bigfoot que se pierden dentro del bosque y el rastro de una barcaza de pradera (de esas que navegan por hierba y se hunden en la mar) que lo persigue. Un austrolopitecus, un neardenthal y y un homo nosequensis juegan a las tabas y se gruñen, no sabría decir muy bien si con propósito lúdico o afan de reyerta. Y muchas cosas más que la vista no alcanza pero que se encuentran en cosas sencillas como una gota de agua o unas gafas de pasta.

Y también hay periodistas. Hombres con gabardina, cigarrillo en los labios, barbas de dos días, sombreros de ala ancha, cámaras con bombilla, cámaras con magnesio, libretas desgastadas.... hombres todos ellos y sólo una mujer de ojos grises y eternos.

Pregunta uno: Zifnab, ¿se consideran favoritos para el partido del domingo?

No tengo muy claro a que partido se refiero, pero yo, que soy muy educado le respondo: no hay rival pequeño, el futbol son once contra once, queremos darle una alegría a la afición. El hombre parece satisfecho con mi contestación y la anota en un cuadernillo lleno de tachones.

Pregunta otro: Hechicero, que valoración lo merecen las declaraciones del lider del Partido Político Distinto Delsuyo (PPDD).

Respondo: Intolerables..., es una verguenza...,de baja catadura moral..., el ciudadano ya no cree en sus mentiras.

Hay un tercero más bajito que con voz de tenor, inquiere: Señor Zifnab, ¿que hay de cierto en los rumores que le relacionan con Scarlett Johansonn?

¿De donde coño ha salido toda esta gente?, pero yo a lo mío. No hay nada de cierto. Solo somos buenos amigos.

Hay un cuarto. Su rostro acoge el color de una colilla con la que juguetea entre los labios. En lugar de palabras desprende humo.

¿No cree usted que la hechicería escatima a Dios lo que es de Dios?

Pueeeeessssss, que quiere usted que le diga. A mi Dios no me ha dicho nada pero pregúntele.

La mujer mira a sus compañeros y los fulmina, se desintegran. Solo queda niebla, ceniza, una colilla abandonada, un montón de libretas, de gabardinas y esos ojos grises, curioso lo eternos que son.

Te vas?

Si. Aún no puedo volver. Pero lo echaba de menos. Un mordisquito a la manzana del bien y del mal. El otro día un tipo me dijo que el final no existe. Y yo me creo a los tipos que me dicen esas cosas.

Y vuelves?

Si. Necesito esto. Es solitario, hace frío y las goteras no te dejan vivir, pero desde aqui se le ven los pechos a la luna y se escuchan los rumores de las piedras y los condenados al infierno, cuando vienen a pedir cafe o huevos, te cuentan cosas de otros tiempos. Es dificil renunciar a eso....

Ya no está la mujer. Tampoco está la torre. Ni el lago ni la luna.

Mis ojos que ahora ven el mundo echan de menos las mentiras, digo bajito.