El centro del lago de la luna

Una pequeña Republica del desconcierto y la desazón.

martes, enero 17, 2006

Los tres cerditos

Nunca nos contaron suficientes veces el cuento de los tres cerditos y las veces que lo hicieron lo equivocaron a propósito por razones de moralidad pública. Solo la casa que era blanda resistió al lobo como no podía ser de otra forma, me dijo un budista ciego. La de piedra cayo por aluminosis. La de madera por las termitas. El Lobo se piró a Argentina, la tierra de las oportunidades para los oportunistas.

La de pajas se mantuvo en pie sin que ninguno de los tres cerditos, que ya estaban en la edad, se quedaran bizcos.

Los cinco hábitos más raros de Zifnab y compañía

Tanto María como la Innombrable a la limón me pidieron que antes de poder contraer matrimonio con ellas debería comunicarles cuales son mis rarezas en forma de juego y así poder repudiarme antes de que sea demasiado tarde. Y como me caen lo suficientemente bien para no hacerles esa faena les indico todas aquellas que les empujen a alejarse de mi cinco pinos por lo menos. Incluso le pedía ayuda a Ella, que tremendamente solícita se puso manos a la obra para compartir conmigo más de quinientas. Bendita sea. El juego dice así:


El primer jugador de este juego inicia su mensaje con el título "5 extraños hábitos tuyos". Las personas que son invitadas a escribir un mensaje en su respectivo blog a propósito, de sus extraños hábitos, deben también indicar claramente este reglamento. Al final, debéis escoger 5 nuevas personas a indicar y añadir el link de su blog o diario web. No olvidéis dejar un comentario en su blog o diario web diciendo....

Para empezar dos cosas. En este tipo de cadenas, ¿¿¿alguién cobra royalties???. Porque se debe estar forrando el muy cabrón. Segunda cosa. Me salté una cuando los libros, me salto otra ahora, que lo haga quién lo quiera

5 extraños hábitos del personajillo que se esconde detrás de Zifnab

1. Me gusta la berenjena y no me gusta la berenjena. Como suena. No tiene mayor explicación. No depende del tipo de guiso. Pasa comiendo el mismo plato en el mismo restaurante de una vez a otra. Hay veces que sí y mucho y hay veces que no y nada. Y ya le he preguntado al frutero y me jura y me perjura que berenjenas no hay más que una. Así que debo ser yo el raro.

2. Si me siento en un sofá, necesito ponerme un cojín en el regazo, pero si me siento en una silla, no. Vale tampoco tiene una explicación, pero casa en la que esté, busco cojines para abrazarlos mientras chamullo con la concurrencia. En cambio hacerlo en una silla resulta ridículo. Es evidente.

3. Adivino lo que sucede en las películas, incluso lo más inverosimil. Y no se trata únicamente de saber quién es el asesino, sino también de lo que sucede entre medias de la película. Y lo que es peor, cuando sucede lo que predigo pongo una sonrilla de superioridad que junto con el hecho de anunciar lo que va a pasar hace que las butacas contiguas me miren con ganas de pegarme una hostia. No les culpo, por la sonrisilla más que por lo otro. La putada no es nacer con superpoderes. La putada es nacer con uno sólo y que sea tan estúpido. Soy el Nostradamus del patio de butacas.

4. La mirada se me va se me va y no vuelve y el pensamiento con ella. Lo que se llama estar en el limbo aunque ahora no exista Para ser más gráfico. Hay veces que me pongo a mirar sitios que no estoy viendo sin ser consciente de nada de lo que sucede a mi alrededor. En esos momentos se que pienso cosas pero cuando recobro las consciencia del tiempo no lo recuerdo. El problema es que no son tiempos muy propicios para esos comportamientos. Puede ser que me quede mirando a lo que hay mucho más allá de la novia de un tío formato cordillera, pero a ver como le explico en ese momento al austrolopitecus en cuestión que no era el culo de su novia lo que yo atendía tan concienzudamente. Tanto es así que hay un momento, cuando se que se m ha quedado perdida la mirada y que tengo que volver al mundo real, que he de hacer un esfuerzo de voluntad para lograrlo. Da muy mala impresión porque la gente piensa a) este tío es un maleducado, b) este tío es gilipollas c) este tío es un maleducado y un gilipollas d) cuando era la consulta de los niños... pero será gilipollas el tío ese... y maleudacado además e) y así un número infinito de letras de todos los abecedarios terrestres o no

5. Yo no me asusto. Yo sufro ataques de epilepsia. Dado que como he dicho antes tengo una importante capacidad de ensimismamiento, basta que alguien entre en la habitación, suene el teléfono o que se yo, pose su cuerpecillo una mariposa en el alfeizar, para que yo empiece a sufrir unos incontrolables espasmos. Si estoy de piie doy saltitos y en todos los casos las cómicas piruetas vienen acompañadas de histéricos y agudos grititos, que quedan la mar de graciosos pero que me dignifican más bien poco y que de cara al noble arte de la seducción, condicionan mucho mis posibilidades.


Zifnab en cambio es un tipo muy normal. Tiene un dragón de mascota, siempre piensa que le han robado el sombrero aunque lo lleve puesto. Puede creerse en la fracción de un suspiro y sin solución de continuidad James Bond, Dios o Gandalf sin saber siquiera quien demonios es Zifnab. Es más poderoso que ningún mago conocido y no sabe lanzar una bola de fuego sencillamente porque no se acuerda. Utiliza la locura para olvidar y le va bien y además, siente compasión por cualquiera que sufra o tenga miedo. Y no le gustan las arañas que hablan aunque hable con ellas bien a gusto.

Me cae bien Zif

A mi tu no tanto

Pero eso es porque no salgo de protagonista en libros... se te ha subido a la cabeza ese raido sombrero que llevas.

Sombrero, has dicho sombrero, ¿no habrás visto por casualidad el mío?, creo que alguien me lo ha robado...


Y así todos los días