Locuras, pasajeras eso si.
Sentí la inquietante sospecha de que la naturaleza se disponía a reconquistar la tierra
Yukio Mishima
Yukio Mishima
El ruido. El estruendo y luego, la calma.
O lo soñé. No sabría decirlo, pero me despierto sudando y pronto lo huelo. Algo oscuro y antiguo. Si me preguntaras que sonó, si estuvieses en mi casa y acuchillases este silencio húmedo y resbaladizo te respondería: La locura. Sonó a eso. Y luego te daría un abrazo. Solo fue un sueño, pensaría en tu cuerpo. A las pesadillas se las combate con las palabras y con los cuerpos que aún laten.
Algo ha pasado, lo se aunque no lo oiga. Algo que tiene que ver con el cuento más oscuro de la tierra. Uno que nadie conoce, que la historia quiso olvidar enterrándolo y que ahora regresa, rebosante de gusanos y de rabia.
No me visto pues una intuición lejana me susurra que no va a ser necesario y bajo la escalera y siento un escalofrío y me tiemblan las piernas y el destino me ataca. Abro la puerta y siento el golpe de un mundo que no es el que yo dejé anoche. Está boca abajo. Es más brillante pero mucho más oscuro.
Todos los cristales del invernadero gimen aniquilados sobre el jardín y reflejan los rayos de un sol pálido que ha perdido la batalla. Es un caleidoscopio que dibuja sombras rojizas que sangran por heridas infinitas. Los ojos no quieren mirar y no miran por mucho que ya sepan. Veo como la hiedra que ayer apenas rozaban la altura de mi hombro atrapa la casa entre sus zarcillos que crecen vorazmente y llegan hasta el tejado y se cuelan por las ventanas. Tanto que un instante la casa deja de serlo y se tranforma en materia y grita debajo de aquellas hojas que perdieron el instinto y recuperaron su espacio. Todo crepita. Todo es un murmullo que no quiero llegar a entender.
Los tristes ojos de las estatuas se llenan de musgo salado y lloran lágrimas verdes. La fuente es asaltada por hordas de hongos de colores aberrantes que se burlan de su victima y le amenazan de muerte con palabras viscosas. Las arizónicas amenazan al cielo y crecen sin fin. No queda sol, ni rastro de una salida. Solo me aguarda el olvido y mientras siento como las briznas de hierba trepan malevolamente por mis tobillos, por mis piernas, hasta llegar a mi cráneo y devorarme el alma, yo pienso en ella como la única revolución posible.
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10 comentarios:
Qué bien suena esa revolución :-)
Mire usted que a mí, que soy una experta animando objetos inanimados, me ha encantado. Sólo ha faltado que le diera voz a los amenazantes (ah, releo), que sí que hay palabras viscosas. Pues aún me gusta más.
La hiedra es que, de siempre, ha tenido muy malas pulgas.
Un beso.
Te leo Señor Mago y no hago mas que imaginar aquellas estruendosas hiedras cubriéndo la casa y apretándo hasta asfixiar las ventanas, unico recurso para dejar entrar el sol...
Un beso y Feliz 14 de Febrero:)
La verdad aùn no encuentro las palabras para decir lo que quiero decir, en todo caso bueno es leerte.
El olvido y la locura son hermanos gemelos. Cuando uno grita el otro despierta. Y, a veces, es cierto, sólo el recuerdo puede separarlos.
Menos mal que son pasajeros...
Un beso.
Que sepas que lo que te dedicó Desi en su blog es un plagio. Es habitual en ella hacer pasar por suyas cosas ajenas.
Se lo dije y borró mis comentarios.
Es la caña niño!!
El sonido de la locura, el mejor sonido sin duda.
Me gusta la revolucion en todos sus aspectos.
Un besooooo.
brutal!
Que difícil es que esto ocurra en las ciudades de asfalto, no es posible ni imaginarlo
Sr mago ¿Me podría invitar a alguna de esas veladas que seguro que pasa con el Sr Lovecraft? Necesito un toque ese estilo, y si se me contagia, tanto mejor
Al borde de la locura todo cambia y se vé con distintos ojos ¿no? Besos
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