La Lince me ha conseguido convencer de que la chica de la curva existe. De hecho, la propia Chica en persona me ha contado su historia. Yo la transcribo punto por punto para que nadie diga que tengo prejuicios
Me llaman la chica de la curva, aunque que yo sepa, no estoy muerta, pero para una vez que en el pueblo demuestran algo de ingenio no seré yo quien les lleve la contraria. También me llaman más cosas pero son mas obvias y menos agradables
Mi curva es un buen sitio, justo entre X. e Y., un lugar que frecuentan los que tienen que frecuentarlo. Suelo llegar a eso de las ocho de la tarde subida sobre un Vespino que dejo aparcado detrás de una sabina, para no quitarle misterio a la escena. Me gusta el olor a café que desprende la última casa del pueblo y también los días en que mientras voy, el sol se marcha. Son cosas que no son para mí, pero disfruto la sensación de extrañeza que me procuran sus caricias invisibles
Me fumo un cigarro y espero. Siempre llegan, incluso en los días en los que el tiempo se revoluciona y deberían quedarse en casa. A veces los remolinos calman más que el silencio. No se. No se nada, pero llegan, los unos en coches finos envueltos en cuero, los más en destartaladas carracas que huelen a animal y a mierda, y todos ellos compartiendo la mirada inquieta. Se las leyendas que me narran, contadas al calor de la barra de un bar, erigida en altar improvisado en el que se reparten hostias y vino, pero sin tanta ceremonia. Las cuentan lenguas de trapo. Las escuchan ojos que arden. Y en todas doy miedo. La chica de la curva... Si en el bar se ríen, frente a mí les flaquea la valentía. Abren la puerta, intercambiamos palabras. A veces unas, otras, otras, pero siempre acaban de igual manera. Yo ahuyentando el silencio y el otro fomentándolo. En los día pares me pregunto que pensarán, en los impares me doy cuenta de que nada. Pido que no corran, les aviso de las curvas más cerradas. Hablo del día y a veces de mañana. Nunca de ayer.
Cada uno me lleva un sitio distinto que siempre se parece. Unos más bonitos y otros menos. Algún atrevido si que me llevó a su casa, pero ya se sabe como son los pueblos, muchas bocas que se aburren con ganas de entretenerse. Digo yo que si las abrieran para otras cosas, menos trabajo me quedaría a mí. Lo que resta es rutina. A 10 euros la mamada y a 25 el completo, sin semanas de oro ni te lo pago otro día. Algunas hostia me costó mis principios pero los pómulos suelen ser poco rencorosos.
Llegado el momento se vuelven más locuaces. Incluso alguno de ellos se comporta con amabilidad y me llaman prenda. Y no, no faltan hijos de puta que insultan, huelen, pegan, con los que te entran tremendas ganas de tornar la lengua en dientes y el placer en mutilación. Otros piden que les grites guarradas y entre “me encanta tu polla” o “clávamela entera” se corren mientras piensan en sus mujeres, vecinas, novias, top models, amigas o musculosos hombretones del bosque. Pocos hay que piensen en mí,
Uno si. Uno me quiso, con brillantes en los ojos, me adoró mi desnudez, me acarició con ternura, me poseyó con firmeza. Vino a mi curva andando y me preguntó como llegar a Y. Me dio pena el chico y le dije que en cuanto me acabase el cigarro le llevaría con mi vespino, que aún le faltaban unos 10 km y no era plan de hacerse el machote. Hablamos y donde hubo un cigarro acabé un paquete y tanto me encandiló aquella voz desapacible y aquellas manos ásperas, que me dejé llevar y no le hablé de dinero antes de desnudarle. Al final incluso me dio un abrazo interminable que me calentó el cuerpo, fíjate tu la tontería. Mientras le llevaba hasta su destino (por una vez yo la que lleva y el, el llevado), consciente de cómo sus manos agarraban mis tetas y su miembro se pegaba a mis nalgas, hacía las cuentas de la lechera de que esta vez si, de que este te gusta, de que este era el buen chico del que tantas veces hablaba tu madre. Pero si a la lechera no le salieron las sumas imaginaros a mí siendo puta y antes de llegar a una de las curvas malas, se puso muy rígido, y dijo chata (así me había empezado a llamar y a mí me había empezado a encantar), ten mucho cuidado que en esa curva me maté yo… y calló y luego dijo, me voy pero te juro que vuelvo. No se como pero vuelvo para quererte todas las eternidades que a mí me salgan de los cojones. Al volverme, por supuesto no estaba. Y allí en medio, l mundo oscuro y el cielo inacabable, me sentí sola y desperdicié todas las lágrimas que jure no volvería a enseñar. A veces pienso si no fue leyenda, si es mi cuento para ir tirando, pero siempre me respondo que igual da. Hombres habían sido demasiados pero chicos de la curva uno solo como para ir descartándolo por el mero hecho de ser mentira.
Cuando termina la jornada me regreso agotada. El sol hace tiempo que se fue y no huele a café por ningún lado. La mañana la paso en casa fuera del radio de acción de mujeres que me mandan al infierno, hombres que me miran como si fuera basura y niños que me llaman chica de la curva. Ojala lo fuera. La de verdad. Igual el me recogía en coche y nos íbamos juntos a donde fuera por una carretera infinitamente recta. Igual vuelve. Igual voy.
10 comentarios:
¡Qué mago estás hecho!
Me ha gustado mucho la historia, mucho más cálida que la fría historia a de la chica de la curva.
A mi también me ha gustado la historia, mejor viva que muerta y más humana y cercana. Besos
Genial mago, me gusta mas la tortilla por este lado, ya sabía yo que en alguna curva debería haber algún chico.
por ciert,no le cuentes esta historia a Mia Moore.
Me has descolocado más que nunca. Muy buena historia, con más curvas que el título
Los pómulos no son rencorosos....elegante manera de encajar el golpe
Muy buen relato
Besos
Una vez más, como siempre, me inclino ante ti, ante tu mágica y deliciosa manera de transformar realidades. ¿Te he dicho alguna vez lo mucho que me gusta leerte?
Dime, si la conoces, dónde está esa carretera infinitamente recta. Llevo años buscándola...
Besos
Qué tristeza de vidas, tú... Un amigo incluyó está visión de la chica en su monólogo de humor, y la gente ríe alborozada cada vez que surge. Siempre hay alguno que mira hacia otro lado.
!D
No se' cuantas curvas con chicas o cuantas chicas con curvas...pero la vida si da curvas concentricas y a veces hasta cuadradas.
Realismo que toca lo imaginario.
Un abrazo, Mago!!
Sencillamente genial.
Jajajajajaja.
Ésa es buena, mago.
Aquí, otra versión de la misma leyenda que han hecho unos colegas míos para promocionar un
festival de microfilms Galp.
A ver qué os parece...;P
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