El centro del lago de la luna

Una pequeña Republica del desconcierto y la desazón.

viernes, enero 05, 2007

El año de Paca

Mañana vienen los Reyes. Que son Magos y les conozco y se sus rostros y que no tienen sombra. Por una vez y sin que de precedente sirva yo dejo mi regalo que en nada tiene que ver conmigo. Lo escribió Elena Santiago y si os place, os recomiendo que os leais alguno de sus libros, porque aún mayor será el placer que halleis en ellos. Al menos yo lo encontré, que no es poco. Viene a ser mi cuentro favorito o uno de ellos que quedarse con uno, es quedarse muy solo. Pero este dice muchas cosas, verdad niña. Pues eso, dice ella, que es muy tímida.

Mandé un SMS a mucha gente (la importante) que decía algo así como que nos veamos mucho y nos ríamos más. Que se mueran las penas de soledad (lo de soledad, no lo decía pero hubiera quedado chulo) y alguna otra cosa que no recuerdo. Típico pero no por ello falso. Quede dicho para todos, aunque no nos lleguemos a ver. Lo importante, al fin y al cabo es lo de reirse.

Por cierto. El cuento es muy triste. Y también muy bonito. El riesgo merece la pena, digo yo.




Paca, mujer, carajo, que chapuza.

Tu sabes que yo no soy hombre de saber de explicaciones, que ya me decías, Tomás, tu hombre de acciones que de palabra nada. Ni explicar lo normal.

Como esto no es normal, a lo mejor me sale, Paca, carajo. Y con que te diga que estoy como el río, nuestro río Paca, río con todo Enero encima, puro hielo con eso te lo digo todo. Acabo y a la soga.

No les des a la cabeza si ya has visto la soga en la viga del desván. Tomás, el desván se cae de goteras. Hoy yo Paca, la mayor gotera. Y es que lo tuyo ha sido una chapuza. Porque el trastorno el trastorno que me has ocasionado muriéndote sin consultarme me tiene trastocado. Que hasta el médico lo ha dicho con palabras prudentes: Tomás, estás caído. Pasa por mi consulta. Todos los médicos y saberes del mundo, Paca, carajo, no me levantan de esta caída. Con decirte que soy el río, nuestro, río, Paca, con todo Enero encima, puro hielo, pues ya está todo dicho. Puedo atajar ya la soga.

Que chapuza, Paca mujer, que chapuza. Tu que no movías una pluma sin consultarme, Tomás que te parece, Tomás que te parece, ahora vas y en lo principal lo resuelves como te da la gana. Que desde el primer día se te antojó, Tomás que me muero, Tomás que me muero y por más que te dije, obedece o te hundo, has de poder con ese cáncer del carajo, que los médicos se confunden, que Dios sabe más y como se le ocurra tal cosa no le perdono en su eterna vida. Y tu, una sonrisa ya con cáncer también, Tomás, que no, que no. Te saliste con la tuya. Tu y Dios (Dios, ya ves, tan listo, tan listo, y esta chapuza). Te hubiese matado de no estar ya muerta.

Y que lo sepas, Paca, me niego a comer el pan si tu no entras con él y me dices, Tomás aquí tienes el pan. Me niego al vino (con ser claro consuelo) si no entras a decirme, Tomás, el vino. Y bebe con tiento. El tiento te lo voy a echar yo, te decía mordiendo las palabras como si te mordiese a ti. Que yo para el amor he sido muy bestia, y tu me decías que bestia que eres pero notándose que tras el remilgo se te enderezaban las ganas. Que sí, Paca, carajo. Que aquí, sólo, estoy hasta asustado. Que no trino. Que el mundo (aquel del que tu traías los últimos ocurridos de la tienda) esta parado. Que el mundo no trina tampoco.

Y que sepas y no es por hacerte sufrir, que traigo el pantalón pura arruga. Y la chaqueta rozada de este polvo. Polvo en esta casa que no que no es más que un hueco del carajo. Apelmazado el silencio, ni se, si sube o si baja. Como yo. Y el invierno todo, a la puerta. En las ventanas nieva que nieva la nieve. Los cristales, nublados, o en regueros de lágrima. Como debe ser.

Tengo el cuerpo volcado a la negación, Paca. Que a veces, no creas, me digo, podía hacer caso de los chicos, ya ves, sobre todo Francisca, no calla, y marchar con ellos un tiempo. Bueno, hasta hice la maleta un día y me dije que no se me vaya, que no se me vaya a olvidar una fiambrera con atún de tino que le gusta a Francisca (decías Paca: la tienda huele a atún, la tienda huele a Francisca. Y te arrepentías de la bobada a carreras). Bueno, lo que hablábamos: un buen día la maleta y diciéndome que no se me olvide la fiambrera con atún de tino. Y enseguida, pero que tino ni tino. Al carajo todo. Que solo no viajo. Ni quiero ver aterida mi ropa tan sola en esa maleta que, de por vida, fue de dos. De dos, Paca, mujer, y que chapuza.

Trastocado ando, y trastoco los pocos ruidos que caen por la casa. Y oigo que bajas. Y oigo que subes. Paca, y oigo que bajas. Y oigo que subes. Pero por el hueco de la casa sólo sube o baja la escalera. Y frío al abrir esa puerta que gime: esta puerta gime. Tomás, me decías. Que ya lo sé, Paca. Que ya lo sé, Paca, que me lo has dicho doscientas veces. Contestabas que,bueno, doscientas veces como ninguna porque seguía gimiendo.

Yo, pura puerta, Paca, gimiendo. Todo el cuerpo volcado a la negación. Y que me niego (ya caigo de tan caído, en la bobura), a que el reloj dé las ocho de la mañana sin que me digas: las ocho, Tomás, y tú, como un madero en la cama. Me niego, por ponerte otro ejemplo (que para ejemplos ando yo) a oír las doce de la noche, de esta pura noche, sin una voz que me llegue: Tomás, las doce y tu ahí, cogido al cigarro y a los recuerdos. Ven a la cama, hombre.

A tu cama, Paca. Que de por vida ha sido de dos, Paca, mujer, de dos. Y que a fuego ponía yo la tal cama, cuando tu piel me llamaba, porque nunca una chapuza en el asunto. Mes y medio, Paca, que no me tiendo en esa cama de dos. Justo el tiempo de tu muerte. Pura negación. Negación soy a dejar mi cuerpo en ella, este cuerpo quebrado. Ni a taparme con las sábanas bordadas en ti y con la colcha de la abuela que en paz descanse ¡pero tu ni lo sueñes. Pero si jamás movías una pluma sin decir, Tomás esto como lo ves, y ahora vas y fallas el total. Sin consultarme has movido plumas y plumas, pájaros enteros, vaya. Pájaros del carajo.

Y no me vengas ahora con aquello de que soy puro impulso y que confundo el culo con las témporas. El culo con el carajo, Paca. Que o tu bajas, o subo yo a la soga. Como mucho te concedo la ley que se te antojó allá por la guerra del 36 (guerra del carajo) cuando me diste, bien vivo, el consejo, y promesa me sacaste de ello, de que cuando me llegara el impulso había de esperar, para llevarlo a cabo, al día siguiente. Sólo es, Tomás, que esperes al mañana. Pero esto de hoy no es impulso. Que llevo en ello mes y medio. Así que, o bajas o subo.

Eso si, a los chicos, como vendrán al entierro (vaya trastoque Paca, has armado), les dejo el frigo, (Paca moderna te llame cuando lo compraste) hasta arriba. Rastrojo y leña a punto en la chimenea, una cerilla, y al carajo. Lo malo, tu hija Francisca. Inocente al por mayor, inocente y sentida hasta los huesos, con ese único defecto que tiene de estar de más metida en el progreso. Un progreso que no la deja engordar. Y hala. Ahora caigo que tanto preparativo y no le traje el dichoso atún. Te veo sonreír, Paca, con la atención cambiada y murmurando “esto es el hombre. Lo principal, olvidado”. Esto, Paca, es un hombre quebrado, que no te enteras. Un hielo en río, un mal paso, una parálisis peor que la de la abuela antes de morirse. Déjame Paca, no me hagas hablar. Tú, bien te has callado, cuando te decía, calla un poco Paca, calla un paco (que mujer, sin cansancios en el habla), pero no tanto, pero no esto. Que aquí estoy, el silencio nieva que nieva. La noche nieva que nieva. Y en los cristales, un lloro.

Paca, no soy hombre de explicaciones. Soy de acciones. Aunque por no oírte esperaré a mañana. Si al fin subo a la soga, ya te oigo. Ya te oigo. Que ni muerte te entra el cansancio en el habla. Pero razona, que hago así, pura parálisis, invierno puro. Los ojos nieva que nieva. Un lloro.

Y es que mujer, carajo, que chapuza.

Que ni trino, Paca, mujer, que...


Elena Santiago.





11 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Vaya, parece que al lago han llegado los reyes por adelantado. Gracias, Elena.

Abrazos, Sr. Zifnab.

9:20 a. m.  
Blogger Eulalia ha dicho...

Entiendo que te haya gustado (a mí también), porque podrías haberlo escrito tú.
Un beso.

10:09 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

¡qué suerte conocer a los "Majos de Oriente"!

Triste sí, pero precioso. Ya lo había leído, pero gracias por el regalo de reyes. Besos

12:11 p. m.  
Blogger Lula Towanda ha dicho...

Jolín que me brotaban lágrimas negras de kohl.
Me tendré que volver a pintar los ojos para irme con mi media naranja a por el roscón.
Que tristeza separar dos vidas que trascurren juntas.

8:17 p. m.  
Blogger Trenzas ha dicho...

¡Precioso..!
Me ha recordado esas soledades terribles relatadas por Delibes o Llamazares, y unos versos que me recitaba mi abuela de Gabriel y Galán, y que siempre me hacían llorar.
No conocía a E. Santiago, así que te agradezco por partida doble este post.
Un abrzo fuerte, mago.

12:21 p. m.  
Blogger sergisonic ha dicho...

realmente triste, realmente bueno, realmente real.
que se mueran las penas: de soledad o de lo que sea.

abraços sònics

6:51 p. m.  
Blogger JeJo ha dicho...

- Sr. Mago , como siempre digo : gracias por compartir! , en este caso la triste historia de Tomás .

(me impresiona y gusta la sencilles de palabras utilizada por la autora, y ese frio rio que cuenta, que hace las cosas aún más trágicas)

Un abrazo.

10:49 p. m.  
Blogger JeJo ha dicho...

- (estoy inspeccionando su grimorio.
Presiento que me perdí de mucho. Seguiré investigando ...)

11:02 p. m.  
Blogger TICTAC ha dicho...

Valio' el riesgo...Elena Santiago escribe precioso.Gracias por el dato. Y que si'..a reirse mas!

Feliz comienzo Mago!!
Un abrazo!

1:50 a. m.  
Blogger cieloazzul ha dicho...

Caray Mago... agradezco que en estos dias en que los Magos como tú están a marchas forzadas repartiéndo esperanzas hayas tenido tiempo para compartir éstas letras maravillosas que a mi me han dejado con un dolor clavado....
Y es que esta sensación que se vive cuando se va una parte de tu vida es del carajo.
besos con sonrisas...

2:21 a. m.  
Blogger Montse ha dicho...

Hice deberes atrasados... arf,arf,arf... (me duelen los ojitos de tanto leer... e incluso de soltar alguna lagrimita)

Un beso azul, Mago.

12:02 a. m.  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio