Un mal día, otra vez
No se me ocurre otra cosa que lo que ya escribí.
O no me apetece enfrentarme con mis fantasmas que diría Sábato.
Sed felices. Prometo envalentonarme antes del siguiente eclipse.
Aunque el gato negro trepó despavorido hasta lo más alto del árbol más cercano, la pedrada le alcanzó de pleno en la cabeza y cayó irremediáblemente muerto hacia el vacío. Había tenido la mala suerte de que un niño blanco se le cruzase en aquel funesto día trece.
10 comentarios:
Pues sí, ya leímos lo del gato, pero no nos importa leerlo otra vez, pero ¿por qué vuelves a matar al gato negro? Podías haberlo resucitado con una nueva vida que para eso tienen siete. Besos
Eres genial, nunca me cansaré de repetirlo.
Un beso (siento tenerte tan abandonado)
Huye mago, huye... cuando uno sabe, tras medir sus fuerzas, que perderá en la pelea lo mejor es correr y dejar campo abierto.
Así una vez te armes vengas con sangre de victoria.
Pues que no, que menos excusas y que al curre que te esperamos.
Un beso.
Los malos días a veces son necesarios para que no olvidemos apreciar en lo que valen los buenos.
¿Necesitas hoy un embrujo de los míos? Te dejo en el cajón un poco de polvo de estrellas para que quizá con suerte pueda iluminar un poco el camino hacia un día mejor, con una sonrisa... :)
Animo amigo mago. Busque algún hechizo para usted entre su repertorio de esos que regalan sonrisas.
Suerte.
Qué bueno! Eso me recuerda que el otro día leí una reflexión acerca de si los tigres hacen el salto del hombre...
¿Te presto mi burbuja? ;)
Ay me ha encantado. ¡Envalentonarte antes del siguiente eclipse" no, va, no vale... eso es trampa, que dejas demasiado margen de tiempo, no, definitivamente no :-p
Un beso
Pero el gato tenía siete vidas y el niño blanco no. Tendrás que cambiar el final.
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