El aire
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Paseas. En el horizonte te aguardan las montañas, repletas de canas, tan viejas, tan hermosas. A su cobijo nació y duerme una aldea que sólo existe por sus chimeneas, que hablan como cotorras. Nada se mueve, nada suena. Te paras y lo disfrutas, encogiéndote de frío.
Sabemos del mundo por lo que nos cuenta el aire, vete tú a saber que hay de verdad en ello. El aire solo parece mentiroso cuando se llena de niebla y hoy, locuaz que se ha levantado, trata de persuadirte de que lo que ves es lo que hay. Vamos a hacerle caso al viejo, pero yo no pondría la mano en el fuego porque sea camino y no desierto lo que ando, que lo que me espera no sean dunas y que esté tomando por nieve la espuma de una ola que se arrepintió de ser mar. Me abraso.
Desde lejos, mirar no suele doler mucho y es más fácil comerse las trampas. Sin embargo, bastaría acercar un poco la jeta a cualquiera de los cristales de ese pequeño pueblo para saber hasta que punto llega el engaño. Detrás de la penumbra de la pantalla de un ordenador, el señor conde se agita rítmicamente mientras se relame y devora a una de esas señoras de mala nota que su Úrsula nunca le dejo mirar. Si alguien cotillease en la choza del pastor, se quedaría de piedra al descubrir como el anfitrión y el sacristán reciben desnudos la intromisión. Se quieren, se acarician, se lamen sin acordarse lo más mínimo del pecado que ponen en práctica con sabiduría. Carlitos el niño más bueno del colegio vuelve a llamar puta y a odiar a su madre en su cara, contento de que de puertas para adentro no se ponen notas. Tiene todo y no quiere nada y con su padre, que suelta la mano pronto y nunca está, no se atreve… y ella le sigue queriendo y le perdona otra vez. A nadie le sorprendería en cambio que Bartolo y Julia no se dirijan más mirada que la que converge en un televisor tan lleno de nieve como la vecina montaña, ni se hablen cuando se acuestan, ni se acuerden del otro cuando se levantan. La rutina, si, pero nunca se quisieron, ni cuando no se daban cuenta, y luego el que dirán y también los niños, claro, una historia típica, de esas que siempre acaban en una residencia y en el olvido.
Miles como esas, basta con mirar. Pero desde lejos la calma te engaña. Piensas “y si la naturaleza está tan quieta, ¿cómo es que nosotros somos así?". El alud que entierra al pueblo, al conde, a un pastor de ovejas y a uno de almas, a Carlitos y a la santa que tuvo por madre, a la pareja de cuyo nombre no me acuerdo, a la Virgen y al recuerdo que la parió, me responde. La tierra es como es y no seré yo quien le lleve la contraria, ella al menos lo hace sin malicia… a no ser que eso que esconde la montaña sea una sonrisa. No se. El aire no me deja verla.
"Y dijo Dios, hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra propia semejanza"
Génesis 1, 26
Génesis 1, 26
11 comentarios:
Yo me atrevería a contradecirte en aquello de que la naturaleza es como es... recuerda que somos nosotros quienes hablamos de ella, quienes la estamos mirando, y como en el mundo hay tantas maneras de ver el mundo no existe una naturaleza sino naturalezas... (según yo). Me gusta el repentino cambio de tonalidad en tu escrito... hasta parece que lo escribieron dos personas distintas.
mil gracias.
YO tambien me encojo de frio en el calor de mi cuarto.
Tienes toda la razon, no es tan literario. Lo escribi el el avion el lunes por la tarde cuando mi cuerpo estallaba en sentimientos muy contradictorios y mi corazón ya pensaba en bajar e ir directamente a pedir billete para el otro lado, donde él está.
Mil besos, y un abrazo.
Por eso de mude al intramundo, luego al limbo y ahora a algun lugar entre babia y las nubes. Si he de ver que sea de lejos, ya tengo bastante con mi forma humana.
El aire no te deja verla... envuelvete de aire y fusiónate con él, entonces podrás ver y mirar al mismo tiempo. Ver esas chimeneas que no callan y lo se esconde tras su calor, que como muy bien dices, de puertas para afuera todos somos buenos.
El vouyerismo en estado puro sería uno de los regalos que le pediría al cielo, poder mirar el mundo sin participar en él, librarme de mi humanidad y mis juicios y ser un espectador más de la danza de la vida....
Observar sin más, sería perfecto.
ah que bonito final!!!
me encantó que el aire no dejara adivinar lo que tiene la montaña en el rostro..
hermoso sitio!
un beso.
A todo lo que te dije le sumo ahora la música que has puesto, y me quedo sin adjetivos.
Un beso.
Angela: Palabrita del niño Jesus que soy el mismo. Yo no creo que la naturaleza esa como nosotros, creo que nosotros somos como la naturaleza, más despiadados, más cabrones, pero más o menos lo mismo. me encanta que asomes por aquí. Gracias
Blanche: Mierda de despedidas no hay un Dios qeu las embellezca.
Miss: Pues en babia me quedé yo hace mucho tiempo y no es para tanto. Hay mucho mito sobre eso
Innombrable: el aire es escurridizo, no se deja tocar ni mirar solo condensa el humo. No nos deja mirar y nos miente. Si no fuera porque sin él se muere uno, hace tempo que le habría desterrado al muy bribón.
Bito: A mi no me gustaría librarme de mi humanidad. Creo que entre sus atributos esta la consciencia y el recuerdo. Dejar de ser ser humano es más tranquilo, pero me temo que también más aburrido. A pesar de lo qeu digo a mi me hubiera gustado habitar alguna de esas casas :-D
Cielo: Las montañas halan y todo lo que nos rodea también. Somos nosotros los que nos olvidamos de entenderlo. Gracias por tus palabaras
Sinmás: Es Alasdair Fraser que toca esto del violín francamente... un monstruo. Garcias por todo
Sed felices
Un mago metido a Diablo cojuelo..
Muy bonito
No creo, casi nunca, en aquello que no puedo ver. Con los años he dejado de ser una persona positiva para convertirme en una persona "positivista". Por eso, no creo en dios ni en el amor. Ni tampoco en el aire...
"Desde lejos, mirar no suele doler mucho". ¡Cuánta razón tienes! La vida vista de cerca es realmente aterradora. Y el dolor, ni te cuento.
Un beso.
Cuánta razón hay en estas frases aplicándolas a la vida en sí misma: "Desde lejos, mirar no suele doler mucho y es más fácil comerse las trampas. Sin embargo, bastaría acercar un poco la jeta a cualquiera de los cristales de ese pequeño pueblo para saber hasta que punto llega el engaño". Y creo que somos más despiadados que la naturaleza, más malos. Besos
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