Y eso que...
... mi relación con los gorilas es desde hace un tiempo conflictiva. Y es que cuando ves Gorilas en la Niebla, y Dian Fossey al lado de unos mazacotes mu monos, que si haciendoles cucamonas nunca mejor dichas, que si confraternizando con ellos, yo te acaricio por aqui tu me rascas por acá, yo me como una hoja de un arbol, tu te preguntas que coño hará esta señora comiéndose una hoja del árbol, todo ello en medio de unos paisajes maravillosos, el aire de la montaña, la niebla que resalta los musculos de los gorilas de espalda plateada, todo tan intangible y onírico... y una mierda, vamos, y una mierda intangibles. Opacos,eso es lo que son los gorilas muy opacos.
Y es que yo tengo unos tíos que son de profesión madrugadores. Ellos en lugar de escoger cualquier otra hora del día para comenzar su actividad escogen las siete por defecto y las seis por virtud, al fin y al cabo es una perversión como otra cualquiera. No es que no les quiera, que les quiero mucho, es que no les quiero a esas horas. El caso es que un día, muy ufanos ellos se despertaron a esa hora y altruistas ellos, deseosos de compartir sus desvelos decidieron levantarme a mi y a mis primos con destino al zoo (que felicidad, dios santo). Y claro cuando llegamos al zoo aún no habían abierto (es la primera y última vez que me ha pasado) y claro cuando lo abrieron allí no había ni una nutria despierta. Todos sopas. Los cabrones de mis tíos, dicho sea desde el cariño, nos dejaron a mi y a mis primos a nuestras anchas y nos fuimos a ver como soban los animales lo cual es francamente interesante porque descubres que los animales son mucho más avispados que tu. Ellos duermen mintras tu das paseos. En medio de esa vorágine de curiosidad y experimentación de la que fuimos presos llegamos a un sitio donde los animales dormían detras de un escaparate en lugar de dormir en espacios al aire libre. Fascinante la diferencia. En todos los escaparates (parecía aquello el Barrio Rojo de resaca) había bichos que placidamente, ora inhalaban, ora exhalaban, soñando todos ellos con tiempos mejores. Hasta que dimos con un escaparate vacío. No vimos cartel alguno que anunciara que era lo que contenía. Dimos golpecitos cada vez más fuertes en el cristal para ver si algo se movía y nada. Pegamos nuestros rostros para ver mejor... y fue entonces cuando lo escuchamos. Un pom, pom, pom, cada vez más fuerte. No le dimos importancia hasta que una sombra mastodóntica se avalanzó hacia nosotros con la potencia de mil bombas atómicas.. Pude apreciar la muerte tatuada en aquellas pupilas satánicas clavadas en mi con propositos malignos. Pedazo de hostia que le dio al cristal el bestia. Creo que no lo acabó de romper pero yo ya por entonces estaba en la puerta del zoo de la carrera que me habia metido y no pude comprobarlo. Que susto me dio el hijo puta del gorila de los huevos que era lo que habia en ese escaparate, que mal humor se gastaba el muy cabron solo por haberle despertado. Y perdón por el lenguaje, pero los traumas son los traumas. Así que eso, que nos les encerremos en un zoo pero que que tampoco se nos ocurra despertarles.
2 comentarios:
Gracias por pasarte por mi blog, el tuyo tiene una pinta estupenda. No prometo nada (soy un auténtico desastre) pero intentaré echarte un ojo de vez en cuando ;-)
A todas estas, hay que tener en cuenta que los gorilas son primos hermanos nuestros, en mala leche también. Ya dice el dicho 'las familias comparten muchas cosas entre si, sobre todo lo cabrones que son'.
Si alguien hubiera visto a mi padre acabado de despertar también lo hubiera confundido con un gorila de mala ostia (tú por lo menos tuviste la suerte de tener un escaparate en medio, joder!)
Un saludo
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